jueves, abril 25, 2024
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El PSC y sus complejos

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Mucho se ha hablado, se habla y se hablará de la suerte de ideología variable del PSC. Sin convicción alguna, hecha a la medida de las muy perentorias necesidades electorales autonómicas del socialismo catalán, los programas electorales, las proclamas públicas y las votaciones en el Parlament de la Generalitat han respondido casi siempre al miedo al nacionalismo, mucho más que a una propia y saludable representación de su electorado, otrora importante y hoy muy menguado y menguante.

Todo el mundo sabe que durante lustros el PSC fue un Jano Bifronte. Por un lado estaba su electorado no nacionalista de raíz popular e inmigrante interior sin rastro de veleidades nacionalistas; y por otro, los ricos burgueses progres, hijos de una generación franquista que en su aldeanismo ideológico, que querían llamar nacionalismo, raptaron al PSOE catalán y se hicieron con su dirección y la sonrisa cómplice de Pujol. Su base electoral tenía muchas diferencias con su dirección. Pero se fueron bandeando. Eran el pronóstico de una trifulca venidera, pero no les importaba mucho. Lo urgente devoraba lo importante. Y el nacionalismo no cesa.

En el seno de esa dirección nacionalista de los Obiols, Maragall, Raventós, se iba instalando el efecto negativo de una molestia persistente, cada vez que había elecciones generales Felipe González arrasaba en Cataluña, cuando se celebraban autonómicas ellos eran los segundones derrotados por Pujol. Durante un cuarto de siglo. Una terrible humillación sufrida en silencio. Eso parece que les creó un complejo que quisieron afrontar profundizando en su nacionalismo, en su error congénito. Y las diferencias entre realidad y deseo fueron alumbrando un corpus ideológico tan abstruso que ni la teoría del caos podía explicarlo.

Muchas de sus pequeñas y grandes contradicciones quedaban sumidas y disimuladas en el conjunto de los asuntos que llenaban la agenda política española, carecían de la relevancia en el panorama general que sí tenían en la autonómica.

La confusión se fue instalando y las nuevas cohortes de militantes llegaban a un partido que mantenía unos postulados que, aunque estaban en clara contradicción con el grueso de su electorado, eran y son en los que se educaron y educan. Y han generado un partido que ya poco tiene que ver con el PSOE. Dicen que sí, pero hacen que no.

En el devenir histórico de la democracia del 78 hemos visto varios casos de partidos fallidos en los que la contradicción entre los deseos de sus electorados y los intereses de sus dirigentes han degenerado en su desaparición.

El primero UCD, aunque se diga que las causas de su desaparición fueron muchas y variadas la que nos ocupa fue la más importante, luego el CDS y hace poco UPYD. Las ambiciones de sus líderes discurrían por caminos distintos a las ilusiones de sus votantes. Entre la ingenuidad, la ceguera, la soberbia o la torpeza, o todas juntas, se disolvieron varios proyectos. Hoy le puede tocar a Ciudadanos, veremos si en esa formación hay talento para no caer en los maleficios y malas facturas de sus antecedentes.

El PSC, que se encuentra en una posición imposible, sigue su huida hacia la nada. Después de abrazar el catecismo nacionalista, primero por el rapto de sus propios nacionalistas interiores, minoritarios pero dirigentes, y más tarde por desorientación y falta de vigor para establecer su propio proyecto al margen de Convergencia y Esquerra, ahora pretende entregarse a Podemos, al Podemos Catalán, En Comú. No sabemos si es una suerte de abrazo al guerracivilismo en mala hora resucitado y así sacar del baúl de los objetos perdidos de la Historia al PSUC o simplemente es un sálvese quien pueda.

No piensan autónomamente, están presos de sus complejos dentro de un escenario nacionalista en el que se instalaron equivocadamente en contra de sus intereses y los de sus votantes.

El PSC nacionalista deviene en un PSC comunista. Tanto da. Se están muriendo y quieren fundar otra empresa política diferente con los restos de la suya. En estas operaciones la unión de dos fuerzas no da un resultado de suma aritmética. Complejos, voluntarismo enfebrecido y garantizar la poltronita. Y yo que pensé que Iceta no se parecía a Garzón.

Juan Soler

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