miércoles, abril 24, 2024
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El “gran hombre” que curaba las rabietas de la “chica”

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Ella es dos veces campeona del mundo; acaba de ganar una medalla olímpica. ¿Por dónde titulo?, se pregunta el periodista, conocedor de la importancia de un buen “gancho”: ¿su talento?, ¿su esfuerzo?, ¿lo sorprendente de ganar en un deporte que apenas se practica en España?, ¿que una mujer más nos da una medalla? 

No; demasiado manido, demasiado centrado en la mujer campeona. Mejor, hagamos lo de siempre: detrás de cada “chica” siempre hay “un gran hombre”. El periodista tiene nombre, escribe en el diario As y su artículo sobre el entrenador de la medallista fue acompañado por un tuit demoledor:  “Rivas, el hombre que convirtió en oro las rabietas de Carolina”. 

Dicen los especialistas que el trabajo del equipo técnico que rodea a Carolina ha sido excelente. No seré yo quien lo niegue o lo oculte. Solo vengo a decir que la medalla es de ella; el esfuerzo es de ella; el sufrimiento es de ella, los honores son de ella.

Vi unos gestos del medallista de bicicleta de montaña que parecieran una rabieta, pero se tituló sobre su esfuerzo. No sé por qué no se ha informado sobre si los hombres ganadores tienen novia o son padres. 

Tampoco sé si alguno de los medallistas tiene, como dice El Español de la ganadora de halterofilia, una exuberante belleza o si alguno de nuestros campeones usa “maquillaje” como recuerda El Mundo. Tampoco El Mundo, después de ofrecernos una “lista de buenorras” (tras el oportuno follón, retitulada como olímpicas atractivas) nos ha ofrecido una “lista de buenorros”.

Hace dos semanas les dije que me lo veía venir y les alerté de las trampas del lenguaje que los medios nos tenían preparadas para devaluar el esfuerzo de las atletas olímpicas, el 45% del total. Les citaba un estudio de la Universidad de Cambridge que se ha cumplido escrupulosamente: 160 millones de palabras machistas, dice la Universidad de Cambridge, se han utilizado para describir a deportistas mujeres en términos machistas.

Recordaba en mi columna que un periodista italiano había tenido que dimitir por llamar “gorditas” al equipo de tiro italiano. No me cabe duda que aquí no dimitirá nadie. Ahora que dos tercios de las medallas olímpicas españolas pertenecen a mujeres conviene, para que el redil patrio se calme hasta que olvide, sacar del cajón la amplia panoplia de machismo periodístico que devalúe su esfuerzo. Ellas triunfan porque sus entrenadores, naturalmente hombres, son buenos, muy buenos.

En las calles, como en los estadios, las mujeres practican deporte en la misma medida o más que los hombres. Claro que no lo hacen por ser saludables, porque les gusta, porque les ayuda a mejorar como personas, por superar sus marcas. En absoluto, las “chicas” solo nos movemos para estar monas, como se sabe de siempre y, como ahora hemos aprendido, para reconvertir nuestras rabietas.

La perversidad cultural y social de los estereotipos tiene una grave influencia en los comportamientos sociales. Tras el canon de belleza que imponen las televisiones y los medios hay no pocos trastornos alimenticios y notables abusos escolares y sociales. Tras la minusvaloración mediática del esfuerzo de las mujeres hay un montón de discriminaciones laborales. 

Nada es ajeno a la desigualdad y la brecha de genero y los comportamientos de los medios son especialmente relevantes. Los Juegos Olímpicos han sido un escaparate de tratamiento desigual que ha tendido a ocultar los resultados deportivos de las mujeres en una maraña de expresiones, detalles e informaciones ajenas a los resultados deportivos.

Las chicas españolas han mostrado ser la cara competitiva, brillante y esforzada de un deporte español que ha logrado mantener cierto decoro, a pesar de la crisis y de la falta de recursos señalada por el Presidente del Comité Olímpico Español, y gracias a deportistas que no pocas veces pagan con su esfuerzo y sacrificio la ausencia de recursos.

Me gustaría preguntarle a esos periodistas que han descubierto, en notable exclusiva, al  “gran hombre” que curaba las rabietas de la “chica” o que elaboran listas de “buenorras” si piensan dimitir o dejar de escribir sobre mujeres una temporada. Total, igual es mejor aprender algo de Badminton que escribir sandeces.

Libertad Martínez

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