viernes, abril 19, 2024
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‘Las chicas’ y los Juegos de lo imperfecto

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Se llama Teresa. Pesa 98 kilos y parece salida de un cuadro de Botero, está gorda. Nada extraño si no fuera porque ocupa la portería angoleña de balonmano, en los Juegos Olímpicos que se celebran en Río.

A freír espárragos todos los prejuicios, incluidos los deportivos, sobre esos cuerpos perfectos, esculpidos a golpe de dietas y de renuncias a las proteínas. Sobre todo, una renuncia a esa idea que golpea a las niñas: solo eres guapa si eres delgada.

Ella es gorda y es atleta. Sobre todo, es consciente de lo que es y de lo que quiere: “quiero ser la abanderada de los gordos en los Juegos”, declara a los medios de comunicación, recordando que solo mide 170 centímetros.

Hay muchas formas de ser atleta, de ser mujer y de mostrar tu belleza. Teresa, como tantas otras mujeres, lo hace contradiciendo el canon publicitario mientras afirma que el límite lo establece el sentirse bien dentro de una misma.

El sobrepeso es, sin duda, una enfermedad peligrosa que no debe elogiarse. Pero hablo de otra cosa, de la rendición, sin más, a la imagen televisiva. Teresa se ha convertido en la heroína de una idea casi revolucionaria: se puede ser campeona de muchos modos y con muchos tipos de cuerpo diferente.

Alexa es una atleta mexicana que pesa 45 kilos. Podría parecerles poco pero para su deporte, la gimnasia, es una chica “gorda”. Nada más empezar su competición, la red se ha llenado de críticas y comentarios desagradables. Ella ha respondido en el twitter que “la gimnasia es un deporte para mujeres valientes”.

El director de un periódico italiano ha debido dimitir por titular con la expresión “gorditas”, refiriéndose al equipo italiano de tiro con arco y Britta juega con kilos de más al vóley playa en el equipo alemán. Hay muchas otras que han tomado los Juegos de Río por asalto. No vengo aquí a defender el sobrepeso pero si a hacer un elogio de la imperfección física

La diferencia, la diversidad, son la esencia de estos Juegos desde el primer día.

Enya, voluntaria de los Juegos, responsable del estadio de Rugby a siete femenino, declaró en público su amor a Cerullo, jugadora brasileña, y le pidió matrimonio. De golpe toda la visibilidad reclamada se hizo presente en unos Juegos Olímpicos, territorio donde las hormonas de cada cual solían estar en su sitio.

Las mujeres han ocupado su sitio para llevar a los Juegos Olímpicos todas esas cosas incorrectas que a lo largo de nuestra vida cotidiana tienden a ocultarse y, más aún, en las canchas deportivas.

Las mujeres no solo compiten sino que lo están haciendo con una nueva identidad, afirmando que los valores deportivos y de competición no se corresponden necesariamente con estereotipos que las televisiones, los clubes punteros o las marcas de ropa deportiva nos venden todos los días.

Las mujeres que participan en los Juegos de Rio de Janeiro suponen el 45% del total de los atletas que compiten. Y sin embargo, como ha revelado un informe de la Universidad de Cambridge, no reciben el mismo trato que  los hombres. Según la Universidad, las palabras que más se usan para referirse a las mujeres son “edad”, “mayor”, “embarazada”, “casada”, “soltera”. En cambio, para definir los hombres se usan :“rápido”, “fuerte”, “grande”, “real”, “fantástico”.

Las atletas compiten, también, contra toda suerte de discriminación. Que, además, muchas lo hagan reclamando su imperfección, su diferencia, constituye para todas las mujeres motivo de orgullo. Con mujeres como ellas, llegaremos más lejos y más alto. 

Libertad Martínez

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