sábado, abril 20, 2024
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Desmemorias políticas

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De cara al 26 de junio todas las memorias se hunden en el olvido. Así, en el Partido Popular ya no recuerdan sus casos de corrupción o de prepotencia gubernamental. No apartan del partido y de la vida pública a cargos suyos bajo sospecha judicial o de conductas inapropiadas. Rajoy dice no saber nada, en sus 13 años al frente del PP, de sus afiliados que salieron ranas, como dice Esperanza Aguirre.

De todos sus nombramientos, según ella, solo dos le salieron anfibios. Hubo quien hizo un recuento y contabilizó bastantes más ranas y sapos. Como natural le parece a Rajoy remitir, siendo Presidente del Gobierno, vergonzosos e inaceptables mensajes de ánimo a un Bárcenas encarcelado. Se vanagloria, asimismo, de una recuperación económica necesariamente teledirigida desde fuera y se olvida de los daños en sanidad, educación, investigación, pensiones, etc.

En el PSOE los acusados y examinados ya no ocupan escaños y cargos públicos ni siguen en el partido hasta que la Justicia se pronuncie. A Chaves y Griñán no les acusan de llevarse dinero y llevan ya tiempo sin cargos políticos y desvinculados del PSOE a la espera de saber si pueden llegar a ser culpables de la corrupción de otros. La desmemoria socialista parece sentirse más en la vertiente política ya que poco pecho saca el PSOE de su pasado pacto de gobierno con Ciudadanos. Un acuerdo «transversal» entre centro izquierda y centro derecha, un logro extraordinario en una España donde nadie pacta porque todos pretenden tener siempre la razón. El falso adalid de esa transversalidad, Podemos, ha preferido unirse a Izquierda Unida, controlada por el Partido Comunista. Dios los cría y ellos se juntan.

La desmemoria también ataca a Ciudadanos. No debiera Rivera centrarse solo en llevarse a votantes del PP avergonzados por el comportamiento de su partido ofreciendo lo mismo, pero honestamente. Ciudadanos muestra ahora su diferenciación con el PP subrayando su honradez y su capacidad de establecer acuerdos de gobierno con el PSOE, pero para mantenerse y crecer deberá demostrar que su nicho es el del centro derecha porque partiendo de ese lugar, que no es el del PP, es como puede conseguir entendimientos a ambos lados de su posicionamiento político. La moderación, clave para una buena convivencia, está en la horquilla que va del centro izquierda al centro derecha.

Sin duda las mayores desmemorias están en la extrema izquierda. Iglesias se olvida de su afiliación comunista, respetable democráticamente pero no si se tira al pozo de los olvidos como si él fuese un socialdemócrata de toda la vida que no lo fue ni lo es. Garzón se une a Iglesias (Unidos Podemos) con un programa diferente. Falsean realidades, frivolizan conceptos y dan la razón a quienes les acusan de disfrazarse con pieles de cordero.

Es como llamar pan al vino y vino al pan. Hay que estar muy borracho para ello, aunque no se trate de una cogorza etílica sino de ansias de poder. Se cubren las vergüenzas y se cambian de sexo político. Se afirma lo que sea con el solo objetivo de ocupar la Moncloa. La Rusia comunista y la Venezuela chavista, ambos dos sonados fracasos, son sus inspiraciones, aunque por sentarse en La Moncloa quizás, como en Grecia Syriza, estarían dispuestos a gobernar con una extrema derecha.

Pablo Iglesias se declara admirador de Zapatero. Este reconocimiento está muy bien porque ZP hizo cosas buenas para España, pero si el líder podemista fuese sincero no habría dividido profundamente a la izquierda y en lugar del “sorpasso” habría buscado integrarse en el Partido Socialista. Su actitud anti-PSOE solo favorece a Rajoy y a la derecha. Con sus divisiones internas los laboristas británicos aseguraron de 1979 a 1997 muchos años de gobierno a Margaret Thatcher y a su sucesor John Major.

Rajoy e Iglesias viajan a las urnas en un mismo coche con el objetivo de ahogar el centro izquierda y derecha, así como la moderación, mejor servida por PSOE y Ciudadanos. Iglesias confía en el futuro pensando que tarde o temprano llegará a la Moncloa a costa de los socialistas. Rajoy, en cambio, pelea por sobrevivir ahora.

¿Rechazará de nuevo un encargo de formar gobierno? ¿Ofrecerá concesiones concretas y suficientes para los respectivos electorados del PSOE y de Ciudadanos si sigue pretendiendo que estos dos partidos le apoyen? ¿Se sacrificará por España como le exige Rivera (más incluso que Sánchez) por simbolizar años de corrupción sin vigilancia entre sus huestes? Hasta Aguirre dejó por ello parcialmente sus responsabilidades. Si bien tienen razón los peperos en rechazar que otro partido les dicte quien es su jefe, en cambio tienen que aceptar que si necesitan votos ajenos para gobernar sus socios pueden vetar la Presidencia y las carteras del Gobierno.

Carlos Miranda

Embajador de España

Carlos Miranda

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