miércoles, abril 24, 2024
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Españoles en Berlín

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Mil novecientos cuarenta y cinco. La ciudad está en ruinas. Grandes columnas de humo gris se elevan entre los esqueletos de los edificios. Lo que antaño fue la grandiosa capital del Reich, no es más que un amasijo de hierros retorcidos y escombros desarbolados por las calles.

Los soldados del Ejército Rojo avanzan lentamente por la calle, guareciéndose tras los carros de combate T-34. Muchos van borrachos, huelen la presa, la sangre y la victoria. Deben tomar la Cancilleria y están seguros de que encontraran poca resistencia. De improviso, un SS-Hauptsturmführer (Capitán de las SS), perteneciente a una unidad especial, ordena “¡fuego!” y el infierno se abate sobre los rusos. Son como diablos ennegrecidos que saltan destruyendo un tanque tras otro, con menosprecio total por sus vidas. Ante este ataque furibundo, los rusos vacilan primero y se retiran después. Los últimos defensores de Berlín pueden tomarse un descanso.

Pero ¿quiénes son estos guerreros atroces que no conocen el miedo? ¿Cuál es la diferencia con los demás soldados? La diferencia es que hablan en español y son furibundos anticomunistas. Se trata de la Unida Ezquerra y su Capitán es Miguel Ezquerra, un veterano de la Guerra civil española y de la 250 División de Infantería, la conocida División Azul.

Miguel Ezquerra, de ideas anticomunistas, se enroló en el bando nacional durante la Guerra Civil

Cuando Franco, observando que la guerra está cambiando de curso, decide expatriar a los soldados de la División Azul, unos cuantos empecinados en la lucha contra los comunistas deciden quedarse formando la Legión Española de Voluntarios, formada aproximadamente por mil quinientos soldados y oficiales. Esta unidad al igual que su predecesora, combate con heroísmo por sus ideales y los alemanes están contentos de tenerla a su lado en el combate. Pero la guerra está perdida y Franco-que era gallego y por lo tanto práctico-, decide que esos hombres también deben ser repatriados. Incluso cierra las fronteras para que ningún español pueda unirse a los alemanes.

Sin embargo, muchos lo consiguen y se unen a lucha en un intento postrer intento de luchar por lo que ellos consideran justo. Miguel Ezquerra había nacido en Canfranc (Huesca) en 1913. De ideas anticomunistas se enroló en el bando nacional durante la Guerra Civil que asoló España desde 1936 a 1939 y posteriormente en la División Azul, llegando a combatir en la batalla de Krasny Bor, donde los nuestros escribieron una de las páginas más heroicas de las armas españolas, hecho reconocido por todos los historiadores militares excepto los de nuestro país, incapaces de dejar las ideas políticas a un lado.

Ezquerra crea una pequeña unidad compuesta por unos trescientos setenta españoles, que se encuadran en la División Walonien, al mando del líder fascista belga Leon Degrelle, uno de los favoritos de Hitler por cierto, al que quería como un hijo. Con orgullo, lucen una bandera con la Cruz de San Andrés, la antigua enseña de los Tercios.

Ahora él y sus hombres, junto a unos cuantos franceses voluntarios luchan en las ruinas de Berlín, sin escapatoria posible.

Dentro de su bunker, Hitler, acongojado, sin conocer la realidad de la situación, perdida la razón, decide casarse con su novia Eva Braun. Después se suicidan juntos. La pesadilla ha concluido aunque para parte de Europa no sea más que el comienzo de otro mal sueño.

Ezquerra es detenido pero logra escapar en Polonia y tras una larga odisea, consigue volver a España

La lucha ha terminado y en la Potsdamer Platz, los últimos defensores se rinden. Son deportados a la Unión Soviética y los pocos que sobreviven a los atroces campos de prisioneros rusos, son liberados nueve años después. Miguel Ezquerra es detenido pero logra escapar en Polonia y tras una larga odisea, consigue volver a España.

Este artículo es un homenaje a todos los hombres, de todas las ideologías que se comportaron como valientes en el combate. Muchas veces he reflexionado sobre que especie de pasión consume a un hombre o mujer, para  abandonar a su familia, o su trabajo y su entorno para ir a otro país a combatir. Los de la Brigadas Internacionales lo hicieron también en el bando opuesto y a la historia está llena de ejemplos. El siglo pasado fue duro y sobre todo maniqueo: o eras de unos o de los otros y todos debían posicionarse.

He llegado a una conclusión: estas personas se consumen en una hoguera alimentada por la aventura, las ideas y la lucha por la justicia según diferentes puntos de vista. Unos serán anticomunistas, otros antifascistas, pero todos los que se comporten como valientes, con respeto por el enemigo, tendrán un espacio en mi corazón.

José Romero

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