sábado, abril 20, 2024
- Publicidad -

Contra la España de charanga y pandereta

No te pierdas...

Escribió Antonio Machado, para la posteridad, aquel poema que empezaba con el verso “España de charanga y pandereta…”, estoy convencido de que al plasmar con su pluma aquellas palabras, nunca fue consciente del alcance que llegarían a tener. Posteriormente, se han utilizado de forma muy común y con demasiada ligereza para referirse a nuestro querido país, por desgracia, con una connotación peyorativa, que perdura hasta nuestros días, casi un siglo después.

No comparto en absoluto esa imagen que algunos desean transmitir de nuestra nación. España no es ni por asomo, un país de pandereta,  y ver cómo se trata de denostar su imagen, encorsetando todo su valor y su potencial bajo un cliché tan nimio como vacío, me resulta  doloroso y frustrante.

Es cierto que España es un país singular, de eso no cabe la menor duda; pero cada nación, cada territorio y cada pueblo tienen sus peculiaridades que, lógicamente, engloban aspectos positivos y también, cómo no, algunos negativos. Los españoles somos un pueblo al que, en general, nos gusta dejarnos llevar con facilidad por algunas modas y, una vez envueltos en tal o cual corriente, nos dejamos mecer por su sutil inercia, sin establecer fecha de caducidad alguna.

Estos días ha venido a mi consciencia una reflexión, a propósito de los contenidos que ofrecen los medios de comunicación, principalmente la radio y la televisión, sobre todo, esta última.

Seguramente recordaréis, mis queridos lectores, cómo hace apenas cinco  o seis años, todos los espacios  en televisión, estaban copados por programas de corazón, y la prensa rosa llegó a convertirse en un auténtico fenómeno social en nuestro país. Fueron los años dorados del papelcouche, del fenómeno “Tómbola” capitaneado por Ximo Rovira que cada viernes, nada menos que durante siete temporadas, era seguido por millones de telespectadores desde sus casas.  Fue la época en la que triunfó un nuevo formato de programa representado por aquel “Qué Me Dices!” que convirtió a sus presentadores Belinda Whasington y Chapis, en dos miembros más de las miles de familias españolas que cada tarde encendían sus televisores, y dejaban invadir el salón de sus hogares por un ejército de personajes creados a base fotos robadas, posados disimulados y alguna que otra exclusiva.

Aquella fue la década en la que incorporamos en nuestras vidas a un numeroso grupo de personajes que pasaron, rápidamente, de ser de unos completos desconocidos, a ser nuestros compañeros de frecuencias y ondas hertzianas,  hasta el límite de saber absolutamente todo de sus vidas e intimidades.

Hoy, la prensa del corazón ha quedado diluida, confinada a determinados ecosistemas concretos y, el espacio vacío que antes ocupaban los personajes de la crónica rosa, ahora lo ocupamos erróneamente los políticos. No hay cadena que no tenga en su parrilla de programación más de un programa de corte político, ya sea debate, tertulia, entrevista… hasta de entretenimiento.

Los políticos nos hemos convertido en protagonistas perpetuos de los medios de comunicación, siendo partícipes forzosos y de forma desmesurada, de la cotidianidad de los ciudadanos. Todo en la vida ha de tener su medida y, afortunadamente, algunos medios otorgan a la política su justo espacio, pero no es la generalidad. Lo más triste, en muchas ocasiones, no es ya una cuestión de cantidad –que también-, sino de calidad.  Estoy convencido de que la política ha de ser siempre cercana y entendible, pero no  ese circo que algunos se empeñan en dibujar.

Para finalizar, deseo romper una lanza a favor de quienes nos dedicamos a la política, salvando excepciones que haberlas las hay como en cualquier ámbito profesional, y defender la figura del político como gestor serio y responsable, como persona trabajadora con vocación de servicio público, y como comunicador cercano a los conciudadanos para quienes trabaja. Debemos tener nuestro espacio para llegar a la población, para informar, integrar y hacer partícipes a los vecinos, pero siempre en los espacios y tiempos adecuados, y sin provocarles saturación.

La información, la divulgación de ideas, el debate… deben existir, son muy necesarios para crear opinión pública, y suponen un ejercicio muy saludable para la democracia,  pero seamos serios,  la función de entretenimiento deben asumirla otros.

A los políticos nos toca seguir trabajando por la estabilidad, la unidad, el crecimiento y el desarrollo de nuestro país. Sin duda España es diferente, pero lo es por la rica singularidad que proyectamos hacia el exterior y por la diversidad interior que lejos de dividirnos, nos enriquece y nos hace fuertes.   

Lejos de aquella “España de charanga y pandereta”,  la solvencia de nuestros profesionales y el prestigio de la Marca España, traspasa fronteras, situándonos en algunas de las mejores posiciones en áreas como la ingeniería o la construcción, y son empresas españolas las responsables de la ejecución de algunos de los proyectos de ingeniería más importantes del mundo en lugares como Nueva York, Londres, Montreal, Rabat, La Meca, Olso, Kuwait, Panamá, etc.

España es, también, un país reconocido por su aportación en el campo de las nuevas tecnologías y las energías del futuro. Somos líderes en grafeno, en soluciones energéticas, y en materiales biodegradables. Nuestro país ha aportado veinte avances a la Misión Rosseta de la Agencia Especial Europea,  y la estación medioambiental Mars Curiosity ha sido construida en España, para la NASA.

Somos un país de referencia mundial en avances médicos, y el segundo con mayor esperanza de vida. El trabajo, la labor y el valor de nuestro Ejército es reconocido en cada una de las misiones en las que participa en cualquier rincón del mundo.

Enterremos de una vez la pandereta, pongamos fecha de caducidad al circo mediático político y dejemos la labor de entretenimiento a quienes corresponda. Nos toca seguir trabajando por España. Dejemos a un lado la “España de la rabia” y centrémonos en “la de idea.”

No somos «charanga», no somos «pandereta», somos un país serio que unido trabaja mejor.

Borja Gutiérrez

Artículo anterior
Artículo siguiente

Relacionadas

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí

- Publicidad -

Últimas noticias

- Publicidad -