viernes, marzo 29, 2024
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Relación transatlántica

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La relación transatlántica se inició con la llegada de Colón al Nuevo Mundo. Sin perjuicio de que otros, como franceses y holandeses, participaran asimismo en su colonización, más bien conquista y expoliación, fueron españoles e ingleses los que dejaron la mayor impronta en América.

Europa, culpable a la vez de desmanes, grandezas y glorias, dejó en América una profunda influencia, traducida, entre otros, en lengua, cultura, religión, economía, intereses e ideales entre los que se pueden destacar, aunque no siempre, los de democracia y derechos humanos. El asentamiento perenne de los colonos, luego independizados, produjo una relación especial entre los nuevos países y sus madres patrias que se reequilibró al de un parentesco fraterno, más igualitario.

Tanto británicos como españoles se reconciliaron durante el siglo XIX con sus antiguas colonias independizadas, beneficiando la relación transatlántica. Desde entonces ésta relación ha sido una constante profunda, afianzada a lo largo del siglo XX y lo que va del XXI. No se puede entender América sin Europa y Europa sin América.

La más tardía decadencia del Imperio británico, con relación al español, y la extraordinaria fortaleza adquirida por los EEUU acabó subrayando la vinculación anglosajona a ambos lados del Atlántico, aunque sin exclusividad porque ello no ha impedido vinculaciones cruzadas de los mundos hispánico y anglosajón a la vez en cada continente y entre los mismos. Tres guerras dieron una significación especial a esta relación: dos calientes, la primera y la segunda guerra mundial, y una fría, de 1945 a 1989, con los sables y los misiles en alto sin llegar al estallido. En las tres las democracias europeas debieron su supervivencia a los EEUU.

Hay que sumar dos fenómenos importantes. Primero, la formación de la Unión Europea que, aunque en horas bajas ahora, sigue siendo una realidad profunda e importante, así como un proyecto que si llegara a despedazarse aniquilaría a los europeos. Los EEUU siempre han apostado por la UE aunque con la ambigüedad hamletiana de no querer ni una Europa demasiado fuerte ni una demasiado débil. La intervención de Obama en favor del mantenimiento del Reino Unido en la UE refleja una genuina inquietud por una UE eventualmente fragilizada por un abandono británico.

El fracaso occidental de no conseguir atraerse a Rusia, descuartizada y debilitada, tras su derrota ideológica de la Guerra Fría ha facilitado el mantenimiento de las cuestiones de seguridad y defensa como un pilar básico de la relación transatlántica sin perjuicio de que una defensa europea, cuando se consiga (falta rato) alterará la Alianza Atlántica en sus equilibrios internos pero no en su esencia y existencia. Moscú, resentida con Washington por su derrota, prefirió jugar la carta de las tensiones fronterizas en el Cáucaso y en sus confines europeos invadiendo y apropiándose, sin recato, de territorio ucraniano. Además, el terrorismo yihadista apunta a americanos y europeos.

Sin embargo, la mayor fortaleza del vínculo transatlántico esta en compartir convicciones democráticas y económicas que nos son comunes y que forman parte del entramado general cultural que hace que América y Europa constituyan actualmente no solo una suma importante sino también un mismo tejido abocado naturalmente a una identidad que ninguno de estos dos continentes podrá lograr con otros.

En este sentido, dos temas pueden simbolizar ahora mismo la conveniencia del reforzamiento del vínculo bilateral entre los EEUU y Europa, así como con España. Respecto al primero, conviene constatar la inevitabilidad de un marco mas profundo para la relación económica entre los EEUU y la UE, pero un Tratado de Asociación Transatlántica de Comercio e Inversiones (TTIP en anglosajón) es actualmente un objetivo en dificultades a ambos lados del Atlántico a pesar de un importante apoyo en las opiniones públicas.

Algunos lo rechazan conceptualmente y otros por su contenido, pero es imprescindible y fluye naturalmente de la relación histórica entre los EEUU y Europa. Su contenido debe ser el fruto negociado los intereses a cada lado del Atlántico. Podría significar un incremento del PIB y una importante creación de puestos de trabajo. En 2017 esta cuestión podría estar más clara.

Este mes de junio tendrá lugar en Madrid un importante encuentro denominado INᶟ, organizado por la Embajada de los EEUU en Madrid y Chamberí Valley, una asociación española que quiere establecer conexiones entre actores de “start-ups” en España y, en este caso, también de los EEUU, para fortalecer las relaciones entre nuestros dos países y generar oportunidades reciprocas de inversión. España es una economía importante de la UE y su sector digital representa el 3,1% de nuestro PIB.

INᶟ por Innovadores, Inversores e Instituciones, elevados matemática y dinámicamente al cubo por su interrelación. Asimismo, se entiende que España es un nexo entre América, Europa y el Oriente Medio. Este importante evento sigue a uno celebrado exitosamente el año pasado y al que acudió Felipe VI.

Carlos Miranda

Embajador de España

Carlos Miranda

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