jueves, marzo 28, 2024
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De la zona de confort a secuestrado en Siria

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Feliz noticia la liberación de tres periodistas españoles tras diez meses de secuestro en Siria, feliz desenlace de las gestiones públicas y privadas que se han debido desarrollar durante todo este tiempo.

El país donde el azar quiso que naciéramos y al que estamos unidos sentimentalmente y algunos intelectualmente cuenta con un Estado, unas capacidades públicas, denostadas a diario por tierra, mar y aire por gente que probablemente no las ha necesitado, pero que sin duda serían bienvenidas por la mayor parte de la población del planeta (y por los críticos de lo público en caso de necesidad).

Resulta que para lo bueno y para lo malo, no hay acontecimiento internacional en el que actualmente no resulten implicados ciudadanos españoles, sea un terremoto en Ecuador, un secuestro aéreo, una avalancha en un concierto en Alemania, un atentado en París o en Bruselas, poniendo ejemplos negativos. También para lo positivo, hasta en bádminton y patinaje sobre hielo, disciplinas minoritarias para el común, ondea por el mundo la enseña nacional.

En casos que afectan a la seguridad de un ciudadano español en peligro en cualquier lugar del mundo los organismos del Estado se movilizan con profesionalidad y casi siempre resultados.

Existen ejemplos que prueban lo anterior relacionados con cooperantes por Mauritania,latillas de atún por Somalia, periodistas varios.

Y el exitoso desenlace de este último caso permite además intentar avanzar algo y felicitarse también de que nadie hoy desde el ámbito político o mediático haya utilizado el suceso para desgastar al Gobierno, forzando argumentos como que fueron secuestrados por ser españoles, la excesiva prolongación del secuestro durante cerca de un año o la especulación a la que hemos asistido en otras ocasiones sobre el montante del rescate, el origen de esos fondos económicos y si el pago por su liberación podría contribuir a financiar organizaciones terroristas que en el futuro actúen contra ciudadanos de cualquier nacionalidad, también española.

Algunos políticos y tertulianos lo han utilizado en el pasado como símbolo del prestigio internacional de un país, argumentos del estilo «los países serios no lo hacen», las crisis se resuelven a tiros, incluso a costa de la vida de los secuestrados, que ha ocurrido.

Otro motivo de satisfacción es que afortunadamente el valor económico de cambio de los secuestrados ha sido mayor que su valor propagandístico para los captores.

Aparece en la información filtrada algún papel en el proceso de Turquía y Qatar, país este último muy presente en España como accionista nada minoritario de El Corte Inglés, Iberdrola, constructoras varias, contratos multimillonarios de publicidad con equipos deportivos, además de albergar en su territorio nacional algunas de las principales bases militares de Oriente Próximo, junto con Bahréin y Emiratos, de frecuente sino permanente uso por parte de los ejércitos de EEUU, Reino Unido, Francia y también España. Qátar alberga la base aérea más importante de EEUU en la zona.

El rey Felipe VI se reunió en privado, 48 horas antes de la liberación de los periodistas, con el emir de Qatar

Leemos en El Español que el rey Felipe VI se reunió en privado 48 horas antes de la liberación con el emir de Qátar, jeque Tamim bin Hámad Al Zani, nada menos que en el estadio Santiago Bernabeu durante el descanso de la seminifinal de la Copa de Europa Real Madrid-Manchester City, encuentro político-deportivo en el que se agradeció la colaboración de los respectivos servicios secretos.

Resulta complicado clasificar a Qátar como país cómplice del terrorismo como dicen algunos o benefactor del capitalismo patrio y su seguridad.

El secuestro de periodistas en Siria tiene muchas otras derivadas, por ejemplo la peligrosidad de la profesión en la zona que hace casi imposible que contemos con información suficiente para calibrar el conflicto sirio, salvo alguna escasa que logra en ocasiones circular desde fuentes internas, porque la mayor parte procede normalmente del interés de alguna de las partes por contarnos algo.

Y otra no menor derivada de este secuestro es la precariedad laboral de la profesión,los recortes, regulaciones de empleo y profunda crisis de las empresas periodísticas que han cerrado corresponsalías y gastos de enviados especiales y se dedican hoy a malpagar por pieza a periodistas free lance que pululan por las zonas más peligrosas sin la cobertura -seguridad y economía- de otras épocas.

La información sobre el secuestro a partir de la liberación habrá que recibirla con cuidado: cuanta más épica rodee la precariedad del gremio, de la seguridad y de la zona, más habrá que desconfiar de quien salga engrandecido.

Se mantiene alta la sorpresa por no haber tenido durante meses noticia del secuestro, silencio informativo casi total sobre el asunto, discreción dicen que pedida por las familias y por el Gobierno que extraña por respetada. Se comenta que incluso circularon vídeos de los secuestrados que los medios elegantemente no publicaron, caso extraño digno de figurar en los próximos anuarios de la profesión y en los Premios Ortega y Gasset 2017, nueva modalidad al silencio informativo responsable.

Habitualmente se asocia el riesgo, incluso el peligro, con la excepcionalidad en el trabajo, hasta con la genialidad, algo no confirmado en las pruebas de laboratorio. Habría que reconocer que entre la zona de confort que tanto repiten los entrenadores de cabezas y ser secuestrado por barbudos en Siria existe un amplio campo de actuación. Y hay que observar también que de la zona de confort a menudo uno es expulsado por la precariedad laboral, la inconsciencia juvenil y profesional o el puro azar de un atentado.

«El hombre es el viviente que, existiendo en el modo de la potencia, puede tanto una cosa como su contrario, ya sea hacer como no hacer», dice un filósofo italiano de nombre extraño (Giorgio Agamben). Es decir, que mi gato sólo puede ser gato y hacer cosas de gato, yo puedo en cambio trabajar en Madrid o en Siria. Otra cosa es que las circunstancias no me dejen elección.

Cuando estemos leyendo una crónica, una pieza periodística sobre este caso de periodistas secuestrados, si empezamos a oír violines de fondo no tenga nadie duda de que alguien ha contratado a los músicos (candidatos hay muchos: el CNI, el Gobierno, la vicepresidenta, los medios que les compraban piezas de saldo, diplomáticos y militares que hayan participado en el proceso, el corporativismo del gremio…).

La zona de confort -ansiedad neutral- está muy desprestigiada; al menos la demagogia se ha reducido.

Carlos Penedo

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