miércoles, abril 24, 2024
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El más peligroso para el Estado

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Hay países en los que cuando llegan unos comicios electorales aparecen unas series de personajes que rayan lo friki y lo esperpéntico, pero que a la vez embaucan a gran parte de los votantes por su populismo, o porque entre esos mismos electores cansados de lo políticamente correcto, votan a opciones folklóricas como protesta ante el sistema político que tienen y padecen en muchas ocasiones delante suyo.

Recordaremos como en Italia una actriz porno de nombre Ilona Staller, pero mundialmente conocida con el apodo de Cicciolina, que en italiano coloquial significa «cariñosita», se presentó por el Partido Radical y consiguió ser elegida por los votos de una gran mayoría de los transalpinos Diputada de la República Italiana. En Brasil tal vez recordarán también que tuvimos el caso del payaso Tiririca, de nombre Francisco Oliveira Silva, quien no sólo fue elegido una vez sino que volvió a ser reelegido en 2014 para un segundo mandato como Diputado Federal consiguiendo el segundo puesto en Sao Paulo con más de un millón de votos en su haber, y con una campaña destinada a mofarse de la política convencional.

Pero en nuestra España traspasamos lo esperpéntico de otros lares para llegar a la inmoralidad y a la macabra desgracia de ver como asesinos terroristas de ETA son candidatos a presidenciales, tal es el caso de Arnaldo Otegi en las próximas elecciones autonómicas del País Vasco.
El exrecluso Otegi, condenado por pertenencia a la banda terrorista, de la misma manera que el payaso brasileño Tiriririca, volverá a repetir encabezar la candidatura de unos comicios electorales con Bildu, el brazo político de los terroristas, y apostará  por ser el Lehendakari de todos los vascos.

En España llegamos a la inmoralidad y a la macabra desgracia de ver como asesinos terroristas de ETA son candidatos a presidenciales.

En el mundo de ETA, esta actuación de colocar a miembros de su organización terrorista al frente de sus listas políticas como candidatos a Lehendakari, antes que con Arnaldo Otegi, ya la vivimos en 1986 cuando otro criminal etarra llamado Juan Carlos Yoldi le presentaron sus huestes a la sesión de investidura para ser Lehendakari contra José Antonio Ardanza en el Parlamento Vasco, donde por cierto llegó de un centro penitenciario, exposado en un furgón escoltado por la Ertzaintza.

El ínclito Otegi ya se ha puesto en marcha y amenaza, según sus propias declaraciones, en ser el Lehendakari más peligroso para los intereses del Estado. Y desgraciadamente este delincuente tiene la razón, Otegi está dispuesto junto a sus colegas independentistas catalanes de la CUP y demás calaña independentista de esos lares, a desestabilizar a España con el obvio y conocido objetivo de destruirla y romper su unidad nacional. Y de la misma manera que Otegi ha empuñado pistolas, ha colocado explosivos y ha secuestrado y extorsionado, de ninguna manera ahora le temblará el pulso a la hora de intentar conseguir su objetivo de volar en mil pedazos la unidad española.

El nuevo paso por la cárcel de Arnaldo Otegi obviamente no le ha servido para reinsertarle o para que haga una condena clara y diáfana del terrorismo etarra, todo lo contrario, como él mismo ha indicado, su paso por prisión le sirvió para pensar, pero para pensar los pasos que tiene que dar él mismo y la patulea de los colegas que militan junto a él en su organización de alimañas dispuestas a desestabilizar nuestro país y atacar a los signos, símbolos y leyes que nos hemos dado los españoles.

Ahora Otegi viene de mártir y solloza que el Estado Español pondrá toda la carne en el asador para evitar que sea candidato a Lehendakari, lo que no dice es que está esperando que el Partido Popular no gobierne y que lo haga un frente de izquierdas, con sus socios políticos en de Podemos y junto a los Eguigurenes socialistas, quienes le pongan la alfombra roja y le den todos los honores para poder presentarse a las elecciones autonómicas vascas. Y esto no sólo sería un deshonor para la tierra vasca y el resto de España, sino una humillante ofensa a las víctimas del terrorismo.

Carlos Iturgaiz

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