miércoles, abril 24, 2024
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La abstención de Podemos

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Si los dirigentes de Podemos quisieran añadir a la satisfacción de creerse muy inteligentes la de serlo, irían pensando en cómo presentar, o representar, o teatralizar, la abstención de su partido en un segundo intento de investidura del candidato socialista. Y no por nada, sino porque no les queda otra, porque su tiempo, su momento, pese a la ansiedad, la ambición y las prisas, no ha llegado, y han de elegir entre su contribución decisiva al desalojo del PP, que habrán de agradecer muchos de sus seguidores, y su contribución decisiva a que en unas nuevas elecciones pueda Rajoy rehacerse y conformar con Ciudadanos una mayoría absoluta que le mantenga en el gobierno durante otros cuatro años, cosa que no podrían agradecerle ni sus seguidores ni nadie, salvo los incondicionales del Partido Popular y el sector más asilvestrado de la plutocracia.

Convendría que los partidos y sus «equipos de negociación» dejaran de vacilar a la gente, que está ya muy harta de su inepcia para lo más básico exigible a los políticos, la capacidad para el acuerdo, y les dijeran la verdad. La del PSOE es, ni más ni menos, que antes se dejaría arrancar la piel a tiras que gobernar en coalición con Podemos. La de Ciudadanos, ligado hoy al PSOE pero sin mayores escrúpulos de estarlo mañana con el PP, lo mismo. Y la de Podemos, la más velada por la ceguera de sus dirigentes, que o facilita con la abstención la investidura de Sánchez y asume, paralela y consecuentemente, su función opositora durante la legislatura, o terminará siendo lo que más le horroriza, un partido bisagra y testimonial, o sea, otra vez Izquierda Unida.

Si asumiera Podemos que su momento no ha llegado, y quisiera currárselo en serio para que llegue, lo de abstenerse no tendría para él sino ventajas, tanto las derivadas de las concesiones que pudiera sacar a Sánchez a cambio de ella, como las propias de ejercer la oposición a un gobierno que previsiblemente, como todos, acabará defraudando y quemándose. Pero, ¿vale Podemos para eso? ¿Vale Iglesias para esa batalla y no, como él cree, para ganar la guerra a las primeras de cambio y sin despeinarse? Todo depende de que a la satisfacción de creerse muy listos quisieran añadir la de serlo.

Rafael Torres

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