jueves, abril 18, 2024
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Contra el yihadismo

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Oponerse al terrorismo yihadista no es empresa fácil ni de corto plazo. Tiene raíces profundas. Durante la Guerra Fría el mundo musulmán repartió sus simpatías y alianzas entre el mundo capitalista occidentalizado y el comunista ruso. Al término de esa confrontación muchos constataron que su propia suerte no había mejorado ni con unos ni con otros.

Para algunos la respuesta a un estéril acatamiento extranjero, unido a una ausencia de autocrítica, fue refugiarse en su religión en busca de una tercera vía. Nada nuevo. En Argelia, parte de la resistencia a la colonización francesa de 1830 se resguardó años en la intimidad de muchas mezquitas hasta la insurrección armada para independizarse de Francia.

Durante la Guerra Fría, Afganistán fue un importante campo de batalla yihadista contra la ocupación rusa transformándose luego en santuario para terroristas contra el mundo occidental. Desde allí Bin Laden alentó, entre otros, el terrible atentado del 11 de septiembre de 2001 contra las Torres Gemelas de Nueva York. El derrocamiento del gobierno talibán por la Alianza del Norte afgana, ayudada por EEUU, y los posteriores esfuerzos, avalados por la ONU, de ISAF/FIAS (dirigida por la OTAN) para anular el terrorismo en Afganistán y desarrollar el país mejoraron la situación. Ahora no es un trampolín terrorista como antaño. Ciertamente, se acaba de producir un atentado horroroso contra cristianos en Pakistán. Sin embargo, éste país no controla bien sus territorios del Noroeste, fronterizos con Afganistán, en los que imperan muchos terroristas talibanes.

El terrorismo yihadista tiene una concepción pasional, radical y fanática del mundo y de su religión

El terrorismo yihadista tiene una concepción pasional, radical y fanática del mundo y de su religión pero el Islam no es  una religión de odio y muerte. Cuando los ha vehiculado no ha sido en diferente medida que otras religiones manipuladas por fanáticos y ambiciosos. Descalificar al Islam y a sus creyentes no es la solución contra el yihadismo terrorista que nos golpeó en Bruselas como antes lo hizo en Londres, París o Madrid y que también azota en el Oriente Medio, África y Asia.

Irak y Siria deben recuperar plenamente sus soberanías además de una paz interna

Son necesarias medidas a corto plazo para contrarrestar en el inmediato este terrorismo, y otras a medio y largo plazo, imprescindibles para remover situaciones y causas estructurales inaceptables que, además, facilitan la propaganda terrorista y el reclutamiento de adictos. Entre las primeras están aquellas para confrontarlo donde está la cabeza de la hidra, luchando contra el Califato asentado entre Irak y Siria así como contra sus filiales y franquicias en otros lugares como Libia o en la África subsahariana. Irak y Siria deben recuperar plenamente sus soberanías además de una paz interna para lo que la diplomacia es importante.

Hacen falta, igualmente, medidas de vigilancia y prevención a cargo, esencialmente, de servicios de información y de policía y en las que una buena, aunque difícil, coordinación debe ser cada vez más estrecha en el marco nacional, europeo e internacional. Hay que rastrear células terroristas presentes o potenciales. Estas medidas han de respetar la legalidad nacional e internacional pero, necesariamente, hemos de sacrificar parte de nuestra privacidad y prerrogativas en aras a la seguridad colectiva. Ya se asumió aceptando medidas de seguridad en aeropuertos desde la época en la que terroristas secuestraban aviones.

La Cumbre sobre Seguridad Nuclear recientemente celebrada en Washington es parte de la prevención. Nada más grave que el posible acceso de terroristas a bombas o material nuclear de cualquier tipo. Ello está, asimismo, relacionado con el cumplimiento del Tratado de No Proliferación Nuclear (TNP) y los acuerdos de control y desarme nuclear. Preocupa que Putin no acudiera a esta Cumbre y que Rajoy se desentendiera tanto de ésta Cumbre como de la anterior de La Haya en 2014. Bajo su dirección España apenas existe en el mundo.

Hay que invertir más en educación y desarrollo para conseguir que todos tengan una vida materialmente suficiente y digna

El fanatismo que caracteriza este terrorismo hunde parte de sus raíces en la ignorancia y la miseria que también hemos de combatir con medidas a medio y largo plazo. Hay que invertir más en educación y desarrollo para conseguir que todos tengan una vida materialmente suficiente y digna. Los países ricos, España incluida, deben redoblar esfuerzos en materia de ayuda internacional al desarrollo, asegurándose que llegue a sus destinatarios sin quedarse en los bolsillos de intermediarios.

Los colectivos extranjeros, y sus descendientes, deben ser generosamente integrados en nuestras sociedades respetándose mutuamente. Quienes en España mejor lo entienden y practican son los españoles e inmigrantes que más se interrelacionan. Es una buena señal de tolerancia aunque parpadea un disco ámbar apuntando a aquellos que pontifican, a veces xenofóbicamente, sobre inmigrantes ilegales y refugiados y, asimismo, a la problemática que pueden plantear segundas o terceras generaciones de inmigrantes. De ahí la importancia de que la lucha contra la pobreza, la ignorancia y la marginalización englobe a toda la sociedad para cohesionarla.

Mientras todo se encarrila no queda otro remedio que apretar los dientes y oponer al terrorismo su peor enemigo: la normalidad en nuestras vidas.

Carlos  Miranda

Embajador de España

Carlos Miranda

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