martes, abril 23, 2024
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Coordenadas inalterables

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Las coordenadas de un proyecto de gobernabilidad tras las elecciones generales del 20-D parecen inalterables. Desde la noche del recuento de votos nada ni nadie ha roto la endemoniada ecuación política y matemática salida de las urnas: el PP no puede hacer nada sin el PSOE y el PSOE no puede hacer nada sin Podemos.

Sin embargo, algunas cosas van cambiando sin que lo parezca. Véase, por ejemplo, el subidón de Ciudadanos en las encuestas. Hablamos del cuarto actor principal en el nuevo mapa político español. Sus labores de mediación son justamente retribuidas por los electores, según los sondeos publicados después de la fallida investidura de Pedro Sánchez, líder socialista y hasta ahora único candidato oficial a la Presidencia del Gobierno.

Que tengan premio las ofertas de bisagrismo formuladas por Ciudadanos, y las que aún ha de formular, mientras aparece castigada la otra opción emergente (Podemos), justamente por su actitud de bloqueo (ni siquiera la abstención al pacto básico PSOE-Cs), es una novedad en la dinámica creada tras el llamado «fracaso» de Sánchez, que en realidad es el fracaso de una clase política incapaz de desbloquear la situación.

El «fracaso» de Sánchez escenificó una ronda de posiciones ante el programa conjunto elaborado por los equipos de Sánchez y Rivera No solo posiciones. Sobre todo, actitudes, generadoras de estados de opinión diferentes a momentos previos a la investidura. El caso del líder de Podemos, Pablo Manuel Iglesias, es muy significativo. Su agresiva actitud frente al PSOE ha ocasionado a su partido una caída de seis puntos respecto a las expectativas de voto que tenía antes de celebrarse los debates en el Congreso, según el seguimiento de Demoscopia.

Su agresiva actitud frente al PSOE ha ocasionado a su partido una caída de seis puntos respecto a las expectativas de voto que tenía antes

Aún así, la dirección de Podemos insiste en la vía «portuguesa» (últimamente prefieren hablar de «Gobierno a la valenciana»), con  nulas posibilidades de prosperar a la vista de las exigencias del partido de Iglesias y del documentado veto preventivo del Comité Federal del PSOE.

Ahora se especula con una eventual orientación del bisagrismo de Ciudadanos hacia el PP, en principio para sumarlo al pacto con PSOE, pero sin descartar que, ante la negativa de Sánchez y Rivera a entenderse con un PP encabezado por Rajoy, la figura del actual presidente del Gobierno en funciones puede convertirse en elemento decisivo para alcanzar la gobernabilidad. O para hacerla imposible. Un paso atrás de Rajoy allanaría el camino para reintentar la investidura con otro aspirante a la Presidencia del Gobierno, sobre un pacto previo PP-Ciudadanos apoyado en el voto afirmativo de 163 diputados.

En ese momento Albert Rivera le pediría al PSOE lo mismo que le está pidiendo ahora al PP: abstenerse de bloquear el intento de otros para acabar con el vacío de poder. En nombre del bien común y con la complicidad de las tres fuerzas comprometidas con el orden constitucional vigente.

Antonio Casado

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