viernes, abril 19, 2024
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Ada Colau y su estrechez de miras

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Ada Colau ha sido noticia por su desaire a las Fuerzas Armadas en el Salón de la Enseñanza que organiza Fira de Barcelona, donde pidió a dos oficiales del Ejército de Tierra que abandonaran la muestra cuando iban a saludarla. “Preferimos que no haya presencia militar”, dijo la alcaldesa de la Ciudad Condal al coronel Luis Castuera, delegado de Defensa en Cataluña, y al teniente coronel Bruno Alonso, responsable de Reclutamiento en Barcelona.

La presencia militar en estas ferias es habitual. Está amparada por convenios firmados por el Ministerio de Defensa con ayuntamientos de toda España, cuya consecuencia más visible son los mostradores desde los que las Fuerzas Armadas dan a conocer su oferta formativa y laboral a estudiantes que se enfrentan a la decisión crucial de elegir un oficio. Por tanto, los militares desairados estaban allí en virtud de una decisión del propio Ayuntamiento de la ciudad, no habían montado el tenderete por su cuenta cual piratas o manteros.

Los militares desairados estaban allí en virtud de una decisión del propio Ayuntamiento de la ciudad, no habían montado el tenderete por su cuenta cual piratas o manteros

El Plenario del Consistorio decidió el 26 de febrero pasado revisar el convenio para echar a los uniformados de futuras ferias. Pero eso no afectaba a la edición presente, así que los oficiales desairados sólo cumplían con su trabajo. Y la decisión de la alcaldesa de negar el saludo a dos vecinos suyos de uniforme –que no dejan de ser unos mandados al servicio del poder civil- sólo puede considerarse un signo de mala educación y de estrechez de miras.

El deber de todo gobernante es poner las instituciones al servicio del bien común y no usarlas para dividir. Y Barcelona es una urbe inmensa, que tiene entre sus habitantes a miles de funcionarios del Estado y a cientos de miles de ciudadanos que no han hecho del nacionalismo catalán su bandera. Personas de extracción diversa –algunos pertenecen a ‘los de arriba’ y otros a ‘los de abajo’, que diría Pablo Iglesias- que se sienten menospreciadas por la habitual desconsideración de su alcaldesa hacia sus símbolos y creencias. Colau debería saber que la última jura de bandera para civiles organizada en el cuartel del Bruc batió records de asistencia ni siquiera alcanzados en Madrid en actos similares.

La torpeza de la alcaldesa también revela desconocimiento de lo que representan las Fuerzas Armadas, su labor y la atracción que despiertan en amplios sectores de población, también en Cataluña. De los 5.000 jóvenes que acudieron a la última edición del Espai de l’Estudiant de Valls (el salón de Educación de la provincia de Tarragona), más de 1.000 pidieron información en el mostrador de Defensa. ¿Por qué? Porque es difícil encontrar una empresa con una oferta formativa tan atractiva y asequible como la que brinda el Ejército: hoy cualquier chaval de 23 años que sale de una academia militar tiene un título de ingeniero que le habilita para ejercer una profesión en la vida civil. Una titulación, por cierto, superior a la que puede exhibir Colau.

Pero, sobre todo, el gesto de la regidora es corto de miras porque uno no debe ir por la vida despreciando a quienes tal vez necesite un día para que le saquen las castañas del fuego. Porque el Ejército, además de velar por la defensa de todos los catalanes, nacionalistas incluidos, también acude a resolver problemas cuando es llamado por las autoridades.

En 2014, la Unidad Militar de Emergencias fue requerida por el Gobierno de la Generalitat para extraer en Gerona el agua que inundaba la línea del AVE y cortaba el tráfico ferroviario con Francia. En 2013, cuando unas riadas dejaron sin luz al Valle de Arán (Lérida), el suministro sólo pudo restablecerse con grupos electrógenos trasladados por helicópteros ‘Chinook’ del Ejército. Un año antes, la UME acudió a La Junquera a sofocar un incendio, y en 2010 hubo que desplegar en Gerona a 144 militares con vehículos pesados y quitanieves para rescatar a los ocupantes de 180 vehículos que habían quedado atrapados por las nevadas y restablecer la circulación en 300 kilómetros de carreteras.

Está por ver qué cara les pondrá la alcaldesa a los militares el día que necesite su ayuda para resolver un problema. Y cuánto tiempo soportará Barcelona a una alcaldesa tan corta de miras.

César Calvar

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