jueves, abril 25, 2024
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Y la casta recibió a Pablo

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Los principios, como su propio nombre indica, son para el comienzo. Concluido el inicio, corresponde caminar hacia la correcto, rumbo hacia el centro, para parecer  que uno no es ese izquierdista que la gente cree. Así razona Pablo; así se mueve Podemos en la arena preelectoral: hacia el centro para arañar votos.

Hace dos sábados el pacto antiyihadista era venganza; ahora, habría que mirarlo, y las líneas no traspasables son las mismas que proponen los socialistas o Rivera. Si una va al Ritz, se vuelve “normal” y resulta que los empresarios, antaño brazo armado de la corrupción y de la casta, pasan a ser “colaboradores” y creadores de riqueza tipo Botín.

Tras reunirse con empresarios, nada como reconocer méritos a la transición, después de haber implantado la rúbrica de traidor para todos y todas los que la hicieron. Y nada, faltaría más, como afirmar que no estamos para cambiar la Constitución.

Así que Pablo viene a decir que Errejón deberá guardar su barredora y el cambio pasa a ser un “quítate  tú para ponerme yo”, y si tiene que procederse a devaluar la izquierda, pues que sea. Es lo que dicen las encuestas que se estudia la Señora Bescansa: la opinión de la mayoría social es de centro derecha; el cambio también.

O sea, una vez destrozada la izquierda de Garzón, cómplice necesario de la operación liquidadora de los valores de izquierda, y concluidas las oportunas rojeces convocadas para que pareciera que algo cambiaba, corresponde volver a ser gente de orden. Así, contribuiremos al cambio con generales que bombardean en nombre de la OTAN, juezas que condenan a sindicalistas; o candidatos y candidatas del PP, ahora arrepentidos; seleccionados, eso sí, con el dedazo de la vieja política.

Fuera la izquierda, fuera las primarias y fuera las bases que, como todo el mundo sabe, son un engorro propio de cenizos.

Esto es lo nuevo: lo de siempre pero con menos gracia. El cambio no era cambio; era solo un jardín de egos donde las encuestas definen los contenidos programáticos y los compromisos electorales. Pablo Iglesias y sus cómplices necesarios son responsables, en este periodo, de importantes rupturas culturales con evidente transcendencia de futuro.

Han eliminado las culturas de izquierda con vocación de construir mayorías sin renunciar a sus ideales; son responsables de legitimar la sustitución de la mayoría social por la mayoría de opinión en los sondeos y, desde luego, son responsables de ubicar la perspectiva del cambio en un escenario de centro derecha.

A esta eliminación ha contribuido, sin duda, Garzón junto a su tropa liquidadora que ahora abandona el barco. Derrotado en su competición de egos, no ha vacilado en continuar la búsqueda de una nueva máscara electoral que elimine el patrimonio que representaba Izquierda Unida.

Garzón ha eliminado a una izquierda dispuesta al compromiso institucional pero, también, a la lealtad a los ideales y, sobretodo, a poner los intereses de las personas, especialmente de trabajadores y trabajadoras, por delante de programas de griterío electorero pensados antes para competir con las renuncias de Podemos  que para resolver los problemas de la gente.

La casta sonríe, mientras da la bienvenida a Pablo Iglesias al posibilismo y al centro. En menos de un mes hemos de votar. Buena parte de nuestra sociedad aspiraba y aspira a un cambio que no puede estar en la cultura del centro derecha que, en realidad, está representada el Partido Popular y el votante medio que construye las encuestas con las que Pablo Iglesias organiza su discurso.

Déjenme que les pregunte: ¿dónde buscaran Ustedes las ideas que definan su voto?

Lo que las llamadas fuerzas emergentes les proponen es, simplemente, más de lo mismo, eso sí con nuevos egos al frente. Con liderazgos y candidaturas más bien conservadoras y cambios que, en realidad, no cambian nada.

A muchos de nosotros y nosotras nos queda un mes para buscar alternativas a la deriva derechista y sus cómplices necesarios. Un mes para busc.ar alternativas que contribuyan a generar una perspectiva de izquierda centrada en políticas que modifiquen, de verdad, las culturas que han impedido la creación de empleo, la equidad  y la sustitución socialmente eficaz de las políticas de austeridad.

Libertad Martínez

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