viernes, marzo 29, 2024
- Publicidad -

Moviendo fichas

No te pierdas...

Algunos creen que Putin «se la ha jugado» a Obama en Siria por bombardear más bien en beneficio de Asad y no solo al Califato terrorista. “¡Otra vez más!”, añaden, contabilizando el frustrado intento franco-americano en 2013 de bombardear las fuerzas de Asad por usar armamento químico contra su propia población, como Sadam Husein en Irak, uno de los cargos que le llevaron al patíbulo. Para evitar ese ataque Putin propuso que Siria renunciase al arma química y entregase sus arsenales. Mejor que nada, incluso mucho mejor que nada, porque ese armamento pertenece, junto al biológico y nuclear, a la categoría de las armas de destrucción masiva.

Obama se fue con los brazos llenos de armamento químico por destruir y la Convención para la eliminación del armamento químico incorporó a un miembro más, sin perjuicio de que hay acusaciones de que Asad habría conservado clandestinamente un 10% de este arsenal. Bien por Obama y por Hollande. Bien por Putin, aunque maniobrase esencialmente para salvar la cabeza de su protegido Asad. El padre de éste último lo fue antes de la Rusia comunista. Perdedora: la población siria diezmada por su guerra civil con más de 250.000 muertos en cuatro años y unos 12 millones de desplazados (4 millones refugiados fuera) sobre una población de algo más de 22 millones.

Antes de iniciar sus bombardeos Putin se entrevistó en Nueva York con Obama. Por parte occidental se aprecian los ataques rusos contra el Califato, pero no contra los opositores a Asad sin perjuicio de que Washington modifica y reduce sus aportaciones a los escasos rebeldes que le quedan por respaldar. Algunos critican que Obama no se implicara más en favor de los sirios que en 2011 querían derrocar a Asad estimulados por las primaveras árabes. Por no hacerlo, acusan, el protagonismo recayó en milicias radicales como Al Nusra, vinculada con Al Qaeda, y el propio Califato terrorista que ahora se extiende por Siria e Irak. Un general americano ha dimitido recientemente acusando a Obama de tibieza.

¿Fue Obama demasiado prudente? Otros reprochan a los EEUU de haber ocupado Afganistán tras el atentado a las torres gemelas de Nueva York en 2001 o de haber colaborado en el derrocamiento de Gadafi dejando una Libia sin ley. Y eso que lo amparaba el Consejo de Seguridad de la ONU. ¡Qué decir de las críticas por la invasión sin paraguas onusiano por Bush “junior” de Irak y el derrocamiento de Sadam Husein! En cuanto a Siria, cualquier intervención contra Asad afecta a los intereses geoestratégicos rusos al disponer allí Moscú, desde la época soviética, de bases militares.

Con su intervención Putin pretende demostrar, esencialmente a los rusos, que Moscú vuelve a ser una gran potencia y amparar a Asad bombardeando más a los que quieren derrocarle que al Califato. Coincide, además, que las fuerzas anti-Asad circundan Lataquía que con Tartus es una de las dos principales bases rusas en Siria. Desea, asimismo, reforzar su posición en futuras negociaciones para solucionar el drama sirio.

Putin intenta también salir del ostracismo político y de las sanciones resultantes de su anexión ilegal de Crimea y de su apoyo a los separatistas ucranianos. ¿Bombardear al Califato a cambio del reconocimiento de la anexión de Crimea? Crimea no volverá a Ucrania pero no se puede aceptar formalmente este acto de fuerza. Para intentar congraciarse, Putin ha inducido a los separatistas orientales de Ucrania a respetar ahora el alto el fuego fruto de los acuerdos de Minsk de 2014.

Putin siempre ha favorecido a Asad que pertenece a la minoría alauí (una rama del islam chií) que tradicionalmente oprime a la mayoría suní de Siria, pero no había intervenido directamente en el conflicto civil. Este apoyo ruso a Asad, al que ayudan Irán e Irak, mayoritariamente chiis, incluso con “voluntarios”, podía ser un pecado menor para el mundo árabe mayoritariamente suní y patrocinado por Arabia Saudí. Visto así, la intervención directa rusa contra la mayoría suní en Siria es más grave para Riad.

La solución en Siria solo será política, fruto de una negociación. Nudo gordiano de la misma es la permanencia o salida de Asad. Sus opositores y los occidentales quieren su marcha por sanguinario. Putin, en cambio, apoya su permanencia, la mejor garantía para mantener sus bases militares. Algunos dicen que Asad podría ser parte de la solución antes de macharse, pero ello se antoja complicado.

A Rusia le interesa actuar contra el Califato pues entre el mar Caspio y Mongolia, así como en el Cáucaso, hay importantes poblaciones musulmanas. Muchos combatientes del Califato son de origen ruso y del perímetro de la fenecida URSS. Preocupa a Moscú la propagación del yihadismo, uno de los motivos por los que Rusia colabora con la OTAN facilitando movimientos logísticos de y hacia Afganistán a través de su territorio.

 

Carlos Miranda

Embajador de España

 

Carlos Miranda

Relacionadas

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí

- Publicidad -

Últimas noticias

- Publicidad -