jueves, marzo 28, 2024
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Yo soy Kenia – Yo soy Cristiano

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El asesinato por parte de grupos islamistas radicales de casi ciento cincuenta jóvenes cristianos en una universidad africana de Kenia ha vuelto a estremecer a todo el mundo.

Los fanáticos fundamentalistas envueltos en varias siglas, pero con matriz en el Estado Islámico, continúan con su particular cruzada de atentar contra Occidente y contra todo a los que ellos consideran que son infieles a sus creencias religiosas, donde sólo caben los seguidores de Alá y su profeta Mahoma.

La salvajada de Kenia escribe una nueva página teñida de sangre de lo que significa el terrorismo yihadista. Con sangrientas ramificaciones extendidas por todo el mundo como si se tratasen de metástasis del peor de los cánceres posibles detectados. En esa página del terror estamos todos implicados, ya que, la situación actual con atentados por todo el mundo demuestra también de la misma manera que todos somos potenciales víctimas de estos asesinos yihadistas.

Tras la matanza de Kenia, la editorial de uno de los principales periódicos de ese país, «The Sunday Nation», decía que Kenia debía cambiar su postura de Hakuna Matata (típica expresión en swahili para expresar que no hay problemas), por la mentalización de que estamos en guerra contra el terrorismo yihadista del Estado Islámico.

la mentalización de que estamos en guerra contra el terrorismo yihadista del Estado Islámico

Pero no sólo las autoridades keniatas debieran cambiar sus mentalidades, ya que los propios occidentales debemos ser partícipes comunes de lo que está ocurriendo más allá de nuestro propio continente.

Ha sido desolador ver que la matanza de Kenia no ha tenido el mismo eco que los atentados de París, Copenhague o Túnez con turistas occidentales asesinados, por poner algunos de los últimos ejemplos de ataques terroristas. Por una parte, ni los medios de comunicación occidentales han dado la cobertura que se dio a los atentados en esas capitales, ni por otra parte los mandatarios mundiales se han personado o manifestado en aquél país del Africa Negra como lo han hecho en otros lugares abatidos por el mismo terrorismo, ni los imanes occidentales han salido a expresar con contundencia su rechazo y su desprecio hacia los autores de esos asesinatos y lo que representan.

Los universitarios keniatas ni eran periodistas, ni judíos, ni turistas occidentales, sino que eran estudiantes cristianos que merecían los mismos honores y la misma cobertura informativa y social que aquellos que enarbolaban tantas pancartas y carteles de «Je suis Charlie». En este caso han faltado muchas manos arriba con el lema de «Yo soy Kenia – Yo soy cristiano«.

«Yo soy Kenia – Yo soy cristiano»

Desgraciadamente no hay que olvidar que el cobarde asesinato de estos jóvenes cristianos se suma a decenas de atentados anteriores casi pasados por desapercibidos en Egipto contra la minoría cristiana copta, o en Irak o en Siria contra los cristianos de esos países que viven casi en la clandestinidad y en ocasiones con situaciones vitales más difíciles que los primeros cristianos de nuestros tiempos. Por todo ello no debe caer en saco roto los llamamientos que está haciendo Su Santidad el Papa Francisco a los mandatarios de todo el mundo y a toda la sociedad creyente de cualquier signo para que se busquen fórmulas para parar de una vez por todas este genocidio terrible que se está cometiendo contra la comunidad cristiana en varias partes del mundo.

Y es que este genocidio que están cometiendo los yihadistas empieza a recordarnos aquél famosísimo poema de Martin Niemöller que terminaba diciendo «….. Cuando vinieron a llevarse a los judíos, no protesté, porque yo no era judío. Cuando vinieron a buscarme, no había nadie que pudiera protestar«.

Y como para muestra un botón, ahí teníamos los planes que preparaban los últimos yihadistas detenidos en Cataluña hace pocos días. 

Carlos Iturgaiz

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