jueves, abril 18, 2024
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El Doctor de verdad y el simple Dr.

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El señor Primer Ministro es de memoria flaca. El señor Primer Ministro no es tampoco un ciudadano ideal. No soy yo, ni mucho menos, el que tales cosas afirma. Es el propio Dr. Pedro Passos Coelho quien lo dice. Acaba de darse cuenta, casi de repente, que durante un lustro olvidóse de pagar, como yo ahora me admiro, las cotizaciones de la seguridad social.

Se preguntarán entonces mis lectores españoles si acto seguido el señor Primer Ministro acudió con presteza al palacio de Belém para presentar al señor Presidente de la República, Doctor Aníbal Cavaco Silva su dimisión irrevocable. Pues no señor, no fue así, ni mucho menos. El Dr. Passos Coelho afirma que estos olvidos son cosa corriente y moliente que en nada afecta a su capacidad para dirigir con diestra mano –nunca mejor dicho– el Gobierno de Portugal. Uno piensa entonces, con tristeza y hasta casi con desaliento, que éstas son las miserias que van haciéndose habituales en este Portugal nuestro, país no ya de doctores sino de Drs. movidos únicamente por intereses mezquinos.

Permítanme mis lectores que explique por qué el tratamiento del señor Primer Ministro es Dr. –en abreviatura– mientras que el del señor Presidente de la República es Doctor, en extenso. En Portugal, uno cuando se dirige oralmente a cualquier licenciado, ha de tratarle de Doctor. No así, si el interlocutor es ingeniero, como ocurre con nuestro antiguo señor Primer Ministro, el Ingeniero José Sócrates, actualmente encarcelado por la Justicia.

De la misma manera, si el interlocutor es un auténtico Doctor, también le tratará como tal. En el lenguaje hablado no hay pues ninguna diferencia. Sin embargo, en el lenguaje escrito sí que hay diferencias, y además muy importantes. El licenciado será tan sólo Dr., mientras que el que haya completado felizmente su doctorado será siempre Doctor, en extenso.

Todo esto, que parece baladí, no lo es tanto. Es más, quizás sea reflejo de nuestros afanes colectivos más profundos. Cree uno que lo que realmente reflejan estas sutiles diferencias son los vanos afanes de la mayoría de mis compatriotas. Quieren aparentar lo que no son, cuando mucho mejor nos iría a todos reconociendo que una licenciatura o ingeniería a nadie desdoran, antes al contrario. Lo que si desdora sobremanera, señor Ingeniero Sócrates y señor Dr. Passos Coelho, es acabar encarcelado o reconociendo que no se cumple con las obligaciones que como ciudadanos a todos nos incumben.

 

Rui Vaz de Cunha

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