jueves, marzo 28, 2024
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De lo que se come (ecológico) se cría menos toxicidad

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Un nuevo estudio cientifico que acaba de ser publicado muestra como las personas que comen productos ecológicos tienen menos presencia de pesticidas organofosforados en su organismo. Algo importante si se tiene en cuenta que algunos de estos pesticidas han sido asociados a diversos problemas de salud, a veces a concentraciones muy bajas. Singularmente con trastornos en el desarrollo del cerebro infantil.

Los científicos autores de la investigación, pertenecientes a Universidades como la de Harvard, el Estado de Washington y Texas,  analizaron los hábitos alimentarios de 4.466 personas de 6 ciudades norteamericanas, dividiéndolas en varias categorias. Por un lado aquellas personas que no solian comer ningún producto ecológico, aquellas que lo hacían de vez en cuando y aquellas que lo hacían con frecuencia o siempre. Luego se realizaron centenares de análisis de orina para ver qué presencia había en ella de esas sustancias en las que los pesticidas se transforman cuando entran en el organismo. Es decir, lo que se llaman «metabolitos», o sustancias en las que el metabolismo del cuerpo convierte esos pesticidas, y cuya presencia es evidencia de la mayor o menor exposición a los diferentes pesticidas.

En el estudio se evaluó la exposición a 14 tipos diferentes de pesticidas organofosforados. Algunos de ellos de nombres muy extraños: azinphosmethyl, chlorpyrifos, diazinon, dichlorvos, dimethoate, malathion, methidathion, omethoate, oxydemeton methyl, phosmet, acephate, bensulide, ethoprop y methamidophos.  Sustancias que, sin embargo, pese a lo extraños que puedan resultar sus nombres para muchos ciudadanos de a pie, son bien conocidas por los científicos a causa de la cantidad de investigaciones científicas que asocian algunas de ellas a problemas sanitarios. Por ejemplo, algunos de esos pesticidas como el chlorpirifos, el dimetoato o  el malathion, aparecen en listados de sustancias capaces de alterar el equilibrio hormonal, lo que puede causar los más diversos desarreglos. 

Los autores de estos estudios recomiendan la alimentación ecológica como una forma de prevenir la exposición a estas sustancias tóxicas

El resultado de la investigación mostró que las personas que decían comer frutas y verduras ecológicas con cierta frecuencia tenían unos niveles de exposición a residuos de pesticidas significativamente inferiores que aquellos que se alimentaban casi siempre de productos convencionales. En concreto, aquellas personas que consumían siempre o a menudo productos ecológicos tenían de media, unos niveles un 65% más bajos de esos metabolitos de pesticidas en la orina, frente a los que lo hacían rara vez o nunca.

Una aclaración técnica: cuando se miden las concentraciones de contaminantes en la orina, suelen presentarse en relación a una de las sustancias que naturalmente se excretan con la misma en cantidades constantes, la creatinina. Ello se hace a fin de evitar confusiones derivadas de las mayores o menores cantidades de fluidos que podrían dar sensaciones ficticias de mayores o menores concentraciones o diluciones. Así, expresándolas en nanomoles por gramo de creatinina (un nanomol es una milmillonésima, asi que serían milmillonésimas por cada gramo de creatinina), las personas que rara vez o nunca consumían ecológico tenían una concentración media de 163 nmol de esos metabolitos de los pesticidas organofosforados por gramo de creatinina, los que consumían ecológico a veces tenían de media 121 nmol/g y los que consumían ecológico a menudo o siempre tenían solo 106 nmol/g.

En cualquier caso, tal y como apuntan los autores, «este estudio no incluyó a un grupo de personas que comiese exclusivamente productos ecológicos y es difícil saber exactamente qué cantidad de la dieta total era ecológica entre estas personas que decían comer ecológico «a menudo» . Tenemos la sospecha»- prosiguen- «de que la fracción convencional de la ingesta total de productos entre los participantes que decían comer ecológico «a menudo» era responsable de esa presencia de metabolitos en la orina». Es decir, que muy probablemente, de haber incluido un grupo con alimentación exclusivamente ecológica los resultados habrían sido de una presencia de metabolitos de pesticidas mucho más baja, tal y como, de hecho, se refleja en otras investigaciones. A una misma cantidad de frutas y verduras consumidas por una persona, varia mucho la cantidad de residuos de pesticidas ingeridos según sean ecológicas o no.

Las frutas y verduras cuya ingestión se tuvo en cuenta en el estudio fueron: manzanas, espárragos, arándanos, brócoli, melón, uva, berzas, judías verdes, col rizada, lechuga, mango, nectarinas, naranjas, melocotones, peras, espinacas, fresas, calabacín, patatas dulces y tomates.

No es el primer estudio que tiene estos resultados. Por otro lado esperables, ya que en los sistemas de producción ecológica no se utilizan pesticidas sintéticos, por lo que no cabe esperar que aparezcan luego residuos de ellos en los alimentos o si lo hacen es en mucha menor medida y procedentes, por ejemplo, de contaminaciones procedentes de cultivos cercanos no ecológicos, entre otras posibilidades. Los diferentes estudios realizados -algunos de los cuales son reseñados en la investigación- muestran, por ejemplo, como las concentraciones de pesticidas en el organismo de personas con una dieta convencional caen inmediatamente una vez se introduce una dieta ecológica. Uno de ellos mostraba como las concentraciones de metabolitos de residuos de pesticidas organofosforados en niños que comían ecologico se mantenian por debajo de los límites de detección. Los autores de estos estudios recomiendan la alimentación ecológica como una forma de prevenir o reducir la exposición a estas sustancias tóxicas.

La investigación se centra en un único tipo de pesticidas: los organofosforados

En el estudio del que ahora se habla, los sujetos de la investigación eran personas de cierta edad que habían participado en estudio multi-étnico sobre ateroesclerosis y a las cuales se preguntó sobre sus hábitos alimentarios. Un tercio de ellas con 55 a 64 años, otro tercio de 65-74, y el resto de más de 75. Aunque la mayor preocupación acerca de la exposición a algunos de estos pesticidas se centra sobre los fetos y los niños pequeños, no obstante, los resultados muestran de nuevo como la dieta ecológica puede reducir la exposición a estos productos químicos en los humanos. Complementando los resultados de estudios anteriores, y siempre considerando que, por ejemplo, en los niños, por una serie de circunstancias -como algunas diferencias desfavorables en su metabolismo- pueden darse concentraciones significativamente superiores de estos contaminantes a través de dietas no ecológicas.

En cualquier caso, conviene resaltar que la investigación se centra en un único tipo de pesticidas -los organofosforados- que aunque muy usados no son los únicos que se emplean y que son detectados como residuos en las frutas y verduras. Por lo tanto, el problema puede ser más complejo y grave, ante la eventualidad de efectos conjuntos de esas complejas meclas de sustancias.

Serias dudas sobre dudas los sistemas de evaluación de riesgos de pesticidas neurotóxicos

Un aspecto relevante que señalan los investigadores son sus dudas acerca de que los sistemas de evalución del riesgo para la salud de las agencias oficiales, en este caso norteamericanas, estén realmente garantizando una seguridad alimentaria real este tema. Así, por ejemplo, comentan que si los niveles de pesticidas que han encontrado se comparan con las directrices de la Agencia de Protección Ambiental (EPA) de los Estados Unidos, nada sugiere que exista un riesgo inaceptable. Pero apuntan que las directrices actuales están diseñadas en buena medida para proteger a los agricultores de envenenamientos agudos y que no reflejan adecuadamente los riesgos derivados de la exposición a niveles bajos de pesticidas organofosforados o las mezclas de pesticidas que puede haber en la dieta.

Como comentan «aunque esos niveles estén por debajo de los actuales umbrales de riesgo, tales umbrales pueden no haber tenido debidamente en cuenta los potenciales efectos sinérgicos de la exposición a mezclas de pesticidas que han sido observados en diferentes estudios«. Además, señalan también «estos umbrales pueden no reflejar importantes mecanismos de toxicidad que se producen a muy bajas concentraciones».

Otro estudio mostraba cómo «la exposición prenatal al clorpirifos se asociaba a déficits en la memoria 

Dicen que la importancia de «comprender los efectos de las exposiciones crónicas a niveles bajos a los pesticidas organofosforados se ve remarcada por los resultados que han mostrado varias investigaciones científicas realizadas para determinar los efectos de los niveles bajos de exposición a estas sustancias en bebés y niños». Así, estos autores hacen un repaso de algunos de los estudios que muestran estas cosas. Por ejemplo, los hechos mostrados en estudios realizados sobre «cohortes de madres e hijos que han hallado que los niveles urinarios de metabolitos de pesticidas organofosforados de las madres embarazadas están significativamente asociados con problemas de atención y con el trastórno de déficit de atención e hiperactividad en los niños cuando llegan a los 5 años de edad, con un desarrollo intelectual más pobre a los 7 años y con la merma en el desarrolllo cognitivo en niños tanto cuando llegan al año de edad como a los 6-9 años«. Otro estudio mostraba cómo «la exposición prenatal al clorpirifos, evaluada mediante el análisis del plasma del cordón umbilical, se asociaba a déficits en la memoria y en el cociente intelecual a los 7 años de edad. Las madres que participaron en estos estudios, además de la exposición a estas sustancias a través de la dieta podían tener otras vías de exposición como el uso de pesticidas en la agricultura o en áreas residenciales.

Como dicen los autores en su estudio, «la exposición a pesticidas organofosforados en la población estadounidense» -y lo mismo puede decirse de otras zonas, como Europa, donde estos pesticidas se usan- «es fundamentalemente a traves de la dieta, y la magnitud de esa exposición depende parcialmente de decisiones personales tales como la comida que se elige y si se elige o no alimentación ecológica«. Apuntan también que, a pesar de que se haya reducido algo su nivel de uso, al entrar en vigor normas un poco más estrictas, la exposición de las personas a estas sustancias sigue siendo prevalente entre la población, apareciendo en la orina de más de un 75% de la población americana. Ello es así a pesar de haber decrecido alguno de sus usos agrícolas y de haberse eliminado buena parte de sus usos en zonas residenciales (por ejemplo como insecticidas domésticos). Aún así, su uso sigue siendo elevado, estimándose en más de 13 millones de libras anuales en ese país ( casi 6 millones de kilos ) siendo una de las principales formas de controlar, con éxito menguante a causa de las resistencias, los insectos en la agricultura.

 

EL ARTÍCULO ES:

Estimating Pesticide Exposure from Dietary Intake and Organic Food Choices: The Multi-Ethnic Study of Atherosclerosis (MESA).  Cynthia L. Curl, Shirley A.A. Beresford, Richard A. Fenske, Annette L. Fitzpatrick, Chensheng Lu, Jennifer A. Nettleton, and Joel D. Kaufman.  Environ Health Perspect; DOI:10.1289/ehp.1408197

 

Carlos de Prada

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