martes, abril 23, 2024
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Los insecticidas son un riesgo para la vida acuática en más de un 40% de las tierras del planeta

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Un estudio realizado por diferentes centros de investigación de Alemania, Suiza, Dinamarca, e Italia ha mostrado las dimensiones colosales del problema, elaborando un mapa de riesgo mundial sobre la amenaza de los insecticidas para la vida acuática.

Como dicen los autores de la investigación «los insecticidas agrícolas son un importante factor de pérdida de biodiversidad animal en los ecosistemas de agua dulce» y añaden que «las masas de agua de más de un 40 % de las tierras planetarias están en riesgo por la escorrentía de los insecticidas». Un 18% de ellas en un riesgo alto o muy alto.

Los científicos apuntan que sobre las tierras agrícolas del planeta se esparcen más de 4 millones de toneladas de pesticidas. Y eso contando solo el llamado «principio activo». Es decir, la sustancia a la que se atribuye principalmente el efecto dentro de la mezcla tóxica. Porque en realidad, en un solo producto pesticida -insecticida, herbicida, fungicida…- puesto a la venta puede haber muchas otras sustancias y en mayor cantidad que el principio activo. Muchas de ellas pueden ser también tóxicas por sí mismas, aparte de contribuir a los efectos tóxicos de la mezcla. De ése modo, los millones de toneladas que se esparcen sobre la tierra pueden ser mucho mayores que esos impresionantes 4 millones de toneladas que los autores comentan.

Cuando llueve, el agua «lava» parte de ésos venenos -que pueden ser de muchos tipos- depositados sobre las plantas y la tierra, mezclándose con ellos. El agua, de la que siempre se dice que es vida, pasa entonces a ser portadora de sustancias diseñadas para la muerte, creándose una «sopa química» que es llevada hacia los arroyos, ríos y humedales (dejando aparte los que puedan infiltrarse en las aguas subterráneas).

Como se trata de sustancias diseñadas, precisamente, para afectar a seres vivos, y que por ello son «biológicamente activas» como dicen los técnicos, ese hecho es muy preocupante. Sobre todo cuando hay muchos estudios que han encontrado que pueden producirse efectos a concentraciones «ambientalmente relevantes», es decir, a las concentraciones -a veces aparentemente «bajas»- a las que de hecho se encuentran estas sustancias en las aguas en las zonas afectadas por el uso de estos productos. Incluso en zonas donde no se juzga que haya un uso excesivo de pesticidas y donde los agricultores cumplen «religiosamente»  con las instrucciones sobre la cantidad a usar que se recomienda en las etiquetas. Como comentan los autores de la investigación, los pesticidas son «una importante amenaza para la biodiversidad terrestre y acuática, así como para el funcionamiento de los ecosistemas»

En el caso de los insecticidas, que son los pesticidas en los que más en concreto se centra esta investigación, y de la estructura y funcionamiento de los entornos hídricos, los científicos refieren que «dado que están diseñados para controlar poblaciones de insectos consideradas plaga, tienen el potencial de dañar las poblaciones de invertebrados acuáticos, los cuales son principalmente artrópodos que desarrollan un importante papel» en ésos ecosistemas.

 El mapa, publicado por la revista científica Environmental Pollution destaca las áreas de mayor riesgo potencial de contaminación producida por la escorrentía de los insecticidas. Zonas donde deberían conducirse acciones para prevenir o mitigar los efectos. Por ejemplo, en áreas tropicales y subtropicales, donde las consecuencias pérdida de biodiversidad pueden ser particularmente patentes. Alguna de estas zonas más ricas en vida y especies tienen un clima y unas condiciones que pueden llevar a un mayor uso de insecticidas (por ejemplo, por la presencia de muchos organismos susceptibles de afectar a las cosechas) dándose la circunstancia de que son a la vez zonas donde pueden causarse estragos en infinidad de especies sensibles.

Además en muchas áreas del mundo, fundamentalmente en países en vías de desarrollo, se está dando un proceso preocupante, ya que los agricultores han pasado y siguen pasando de una agricultura orientada a la subsistencia a una agricultura intensiva orientada a los mercados internacionales. Una agricultura basada en un fuerte uso de la química sintética. En estos países, además, no es infrecuente el uso de pesticidas que han sido prohibidos en otras zonas del orbe (aunque no convenga olvidar que muchos de los pesticidas que más se usan en el primer mundo también se han asociado a problemas). Por otro lado, como se apunta también en el estudio, «el cambio climático global podría llevar a un significativo incremento en el uso mundial de insecticidas, sobre todo en países industrializados».

Para realizar los mapas los autores han usado bases de datos de la FAO sobre el uso de insecticidas en las diferentes naciones a fin de realizar un mapeo de la vulnerabilidad ante estas escorrentías venenosas. Es decir, ver en qué zonas es más probable que el agua de lluvia pueda arrastrar estas sustancias hacia masas de agua según factores como la inclinación de las pendientes y las precipitaciones, así como, por supuesto las cantidades de insecticidas que se usan en las diferentes zonas (cultivos como los frutales y olivares, por ejemplo, implican un alto uso de pesticidas).

Aspectos como lluvias fuertes en épocas de crecimiento de los cultivos, por ejemplo, pueden propiciar fuertes escorrentías de insecticidas en las masas de agua. Pero también determinadas prácticas de regadío pueden hacerlo. Y diferentes variables como puede ser, entre otras, la naturaleza de los suelos (su textura, composición…), influyen en el fenómeno, tal y como comentan los autores.

Considerando toda suerte de variables como las comentadas y otras, se elaboró primero un mapa de vulnerabilidad y luego un mapa de peligro y combinando ambos en un mapa de previsión de potencial escorrentía de pesticidas se vio que, como ya se ha dicho, un 40% de las tierras mundiales tenían riesgo de que los arroyos recibiesen esos venenos.  Por otro lado, comentan los autores «los valores de escorrentía de pesticidas para más del 40% del porcentaje anterior (lo que representa un 18% de todas las tierras) fueron clasificadas con un riesgo de alto a muy alto». Todo ello, apuntan, indica que los pesticidas son importantes contaminantes de arroyos y ríos a escala global.

Los mapas muestran, entre otras cosas, como en hacia el sur de Europa y Asia , así como desde Estados Unidos hacia Centroamérica, se incrementa el problema (si se exceptúa el medio oeste de Estados Unidos) casi siempre por las altas tasas de uso de insecticidas. Así mismo, muestran datos muy interesantes en ésas y otras zonas del globo.

Los autores subrayan que, daba la magnitud del problema, deberían arbitrarse medidas para mitigarlo. Entre los métodos de mitigación está, por ejemplo, la creación de franjas sin uso de pesticidas, especialmente cerca de las masas de agua, pero también otras más amplias como una reducción en el uso de estos productos químicos en las zonas agrícolas.

El efecto de los insecticidas sobre los invertebrados acuáticos es algo que está mereciendo cada vez más atención. No conviene olvidar que a pesar de su humilde apariencia estos seres son básicos para el funcionamiento de todo el ecosistema y que la alteración de sus poblaciones puede evidenciar efectos que perjudiquen a otras muchas especies superiores incluido, claro está, el hombre.

 Ultimamente se publican estudios muy interesantes sobre el particular. Recientemente ha aparecido una revisión de decenas de ellos realizada por científicos de Canadá, Australia y Alemania que, centrándose en uno de los tipos de insecticidas más usados en el mundo (los neonicotinoides) muestra a las claras la grave problemática planteada por ellos.

Son un tipo de insecticidas que se ha hecho tristemente famoso por su asociación con la desaparición de las abejas pero, como vemos, están ligados a más problemas. A los científicos les preocupa su alta persistencia, su alto potencial de lixiviación (es decir, de infiltrarse en los terrenos donde pueden polucionar las aguas subterráneas)  y de escorrentía, así como su alta toxicidad para muchos invertebrados.

Todo ello les lleva a denunciar que «representan un riesgo significativo para las aguas superficiales y la variada fauna acuática y terrestre que depende de estos ecosistemas». El estudio pasa revista de 29 investigaciones realizadas en todo el mundo, así como a multitud de datos acerca de su toxicidad para cerca de 50 especies de insectos acuáticos y crustáceos. Siendo especialmente sensibles a sus efectos insectos como las efémeras, los tricópteros y dípteros, frecuentemente a niveles muy bajos de concentración. Una de las conclusiones de la revisión es que «las concentraciones ambientalmente relevantes de neonicotinoides en las aguas superficiales en todo el mundo están dentro del rango en el que son posibles impactos a corto y largo plazo sobre especies de invertebrados acuáticos en vastas áreas».

LOS ESTUDIOS SON:

Modeling global distribution of agricultural insecticides in surface waters. Alessio Ippolito, Mira Kattwinkel, Jes J. Rasmussen, Ralf B. Schäfer, Riccardo Fornaroli, Matthias Liess. Environmental Pollution. Volume 198, March 2015, Pages 54–60. Available online 30 December 2014

Neonicotinoid contamination of global surface waters and associated risk to aquatic invertebrates: A review. Environment International (Impact Factor: 5.66). 01/2015; 74:291-303. Christy A. Morrissey , Pierre Mineau, James H. Devries, Francisco Sanchez-Bayo, Matthias Liess, Michael C. Cavallaro, Karsten Liber.

Carlos de Prada

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