Recuerdo como hace ya unos cuantos años en el Parlamento Europeo, el que hoy es un alto mandatario del Gobierno de España se sinceraba conmigo diciéndome que en un futuro cercano Grecia iba a explotar económicamente. Todas las cuentas para entrar en la Unión Europea estaban trucadas y su entrada se debió a la necesidad de no vetar a principios de los años ochenta a ningún país europeo, que no estuviese tras el telón de acero y el muro de Berlín.
Lo que nadie podía pensar es que las cuentas estuviesen tan maquilladas que hiciesen casi imposible a día de hoy sostener el país ni con varios rescates seguidos como ha sido el caso hasta hoy mismo.
La decisión del Primer Ministro de Grecia, Antoni Samarás, de convocar elecciones generales urgentes para el próximo 25 de enero al no llegar a un acuerdo entre los partidos para elegir un nuevo presidente en Grecia. No ha hecho mas que agravar la crisis y encender todas las alarmas rojas del país y de la esfera internacional.
El que las últimas encuestas del país heleno digan que los del Podemos griego, es decir Syriza, puedan ganar las elecciones y colocar al frente del gobierno a un populista de extrema izquierda, ha creado ya un terremoto en los mercados económicos nacionales e internacionales. Además, desde el Fondo Monetario Internacional, como desde la propia Comisión Europea se han mandado mensajes a los griegos recordándoles que no todo vale, y que no es lo mismo que ganen unos o ganen otros. Lo que vienen a decirles simple y llanamente, es que una hipotética victoria del partido homónimo de Podemos en España les cerrarían las puertas de los mercados internacionales. Como consecuencia, se pararían inmediatamente los rescates desde la Unión Europea sin que entraran millones y millones de euros de ayudas en las arcas griegas, y por supuesto, sumirían al país en el caos total. Asimismo, deberían lidiar con una fuga de capitales e impagos poniendo en riesgo las nóminas de los funcionarios griegos y las pensiones de lo mayores, al no tener dinero ni dentro del país, ni provenir de fuera por haberle cerrado el grifo desde las instancias económicas que pueden hacerlo.
Si los lideres populistas de Syriza piensan que con sus eslóganes, con sus denuncias echando a la gente a la calle a manifestarse con disturbios incluidos, y con sus estrambóticas propuestas como no pagar la deuda externa del país, o salirse del Euro y de la Unión Europea entre otros disparates, pueden dirigir Grecia se equivocan de arriba a abajo, ya que no tienen ni van a tener ningún crédito internacional vistas y oídas sus propuestas y programas revolucionarios.
Ahora contemplamos como en la extrema izquierda española se pegan por ver quien es el hermano político de los de Syriza. Los de Izquierda Unida y Podemos nos ofrecen una pelea en el barro entre ellos para sacar tajada del posible triunfo de Syriza, eso sí, vendiendo la piel del oso antes de cazarlo.
Pero en España tal vez todo lo que está pasando en Grecia puede abrir los ojos a más de uno: por una parte, a los que creían que estos populismos que quieren acabar con la clase media no pueden alcanzar de ninguna manera el poder, para que se movilicen y con su voto se les detenga en sus pretensiones de gobernar. O para esos otros, que pensaban que las estrategias de la exageración y el miedo se quedarían en humo si ganan los populistas de extrema izquierda, para que vean que las instituciones económicas y financieras de todo el mundo van a decir que bromas las justas, cerrando todas las puertas para que el país se pueda recuperar económicamente de la crisis.
Grecia puede ser el espejo donde algunos se miren y se les puedan caer las vendas de los ojos.
Carlos Iturgaiz