viernes, abril 19, 2024
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Valor y sueldos

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Tal vez haya sido una coincidencia, pero he asistido a dos tertulias/debates casi seguidas sobre eso que hemos dado en llamar «valores», la primera en Radio Nacional («No es un día cualquiera») y la segunda en el entrañable Ateneo de Madrid dentro del VII Seminario Interuniversitario de Biomedicina y Derechos Humanos. Y lo cierto es que en ninguna de las dos ocasiones hubo un acuerdo general válido para todos a la hora de definir y delimitar que eran exactamente los «valores», esa especie de cosa que aparece en todos sitios, de la que se habla a todas horas y que atraviesa -sin que nadie sepa por qué exactamente- la famosa crisis. «Hay una crisis de valores». Bien, pero ¿de qué valores? Y ahí es donde empieza a liarse la madeja. Paro esto sólo pretendía ser una reflexión para llegar a una de las noticias -que no sé por qué lo es- sobre el «portal de la transparencia» y los sueldos de unos y de otros.

A la hora de discutir sobre valores, en lo único que todos parecen estar de acuerdo es en diferenciar claramente el valor del precio que pueden confundirse pero que nada tienen que ver más allá de alguna acepción del diccionario. Sería igual una reflexión paralela sobre el valor y el sueldo. Y aquí es dónde nos perdemos entre la lógica y en la costumbre dentro del trabajo público. Que gane más el porquero que Agamenón no parece muy de recibo pero esto es lo que hay, lo que ha venido siendo y no me resulta demasiado preocupante porque tanto uno como otro tienen sueldos para vivir bien, más que dignamente pero sin exagerar.

El capitalismo es raro, injusto y ciertamente inmoral en muchas cosas

Lo que no es fácil de entender -y hasta cierto punto coincido en esto con Podemos- es la inmoralidad de muchos sueldos, retiros, indemnizaciones, jubilaciones que por el hecho de pertenecer al sector privado resultan intocables y, lo que es peor, indiscutibles. Pues no. Si no se puede poner un límite, sí se puede exigir vía impuestos redistribuir el disparate de muchas cifras que se dan ahora mismo y que han sido escandalosas en el caso de las cajas de ahorro. Hay que respetar la propiedad privada pero en un estado social y democrático, según se define a España en la propia Constitución, una cosa es respetar y otra poner límites al disparate inmoral y repartir justamente. El problema no es que el jefe de gabinete gane más que el presidente cuando los dos sueldos son moderados; en todo caso que lo arreglen ellos. El problema y la desazón es preguntarse, por ejemplo, cuánto cobra una médico que tiene el corazón de tu hijo en la mano y le salva la vida junto a un equipo de profesionales después de una operación de muchas horas y cuánto gana un miembro de cualquier consejo por su asistencia sin que siquiera abra la boca.

El capitalismo es raro, injusto y ciertamente inmoral en muchas cosas; pero lo peor es que lo que no es capitalismo es una ruina moral. Yo no pierdo la esperanza de alguien, alguna vez, encuentre esa mítica tercera vía que podría haber sido algo parecido a la socialdemocracia pero que ya se ve que no.

Andrés Aberasturi

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