viernes, marzo 29, 2024
- Publicidad -

Gareth Bale en un taburete

No te pierdas...

El hincha se pasa imaginando alineaciones la mitad del día y en ellas cuadra la virtud, le da salida airosa al canterano, se acuerda de ese jugador olvidado en el banquillo como un perro en una carretera secundaria y hace descansar a los reyes del equipo, para cuando lleguen las batallas mayores, dice para sí, mientras su mujer le explica minuciosamente una conversación que tuvo en la oficina. De hecho es el único interés de estos encuentros olvidados al final de cada fase de clasificación. Se podría hacer un montaje en paralelo con esta bisutería y siempre encontraríamos el mismo tipo de fútbol. Un orden aplicado de inicio que se desvanece por momentos, los jugadores yendo de expedición y mucho tránsito en los carriles de ida y vuelta con Cristiano tropezándose con los bordes del mantel. El único partido recordado de esta clase, fue la goleada al Ajax de hace cuatro temporadas. Fue un partido hermoso de un equipo que se acababa de formar y tenía ganas de gritárselo al mundo. La camiseta morada relucía sobre las pieles de Özil y Benzema. Aquel gol en el que Xabi eleva al cielo un balón que baja tan lento como un atardecer y detrás está Özil, y Özil lo mata de tacón hacia Karim, y el francés clava la pelota en la escuadra de la memoria del espectador. Quedamos todos extasiados y poco después llegó Guardiola con sus formas traidoras, disecó a ese equipo, lo convirtió en polvo y esparció sus restos por el ancho mundo. Fue ese instante de felicidad que se recuerda congelado, antes de que se mueva la foto y todo se derrumbe. Guardiola también obligó al Madrid a afinar todos sus instintos ya no para ganar, si no para sobrevivir. Todavía ahora cada jugador extiende su talento como una piel sobre el Bernabéu, y está obligado a llegar al final de sí mismo. No vale otra cosa. Es el ejemplo de Cristiano, la lucha contra Guardiola, la rabia de Mourinho y la tranquilidad con que Ancelotti se acuerda de la historia. Ahora le tocará a Bale, que parece que se ha quedado colgado en la distopía de Cristiano y no encuentra su propio caudal de juego.

Guardiola también obligó al Madrid a afinar todos sus instintos ya no para ganar, si no para sobrevivir

La línea defensiva era otra, con Coentrão, Nacho, Varane y Arbeloa. Los cuatro suplentes pero perfectamente coordinados y con prestaciones superiores a los titulares de casi cualquier equipo de Europa. Excepto Varane, todos sus integrantes son normales. No tienen poderes del más allá como Pepe, Ramos y Marcelo (y a ratos Carvajal), pero no regalan un espacio ni yerran en el área. Illarra por delante de la defensa, andaba recogiendo y ordenando por todo el eje central, acompañado por Kroos, cansado y que sólo despuntó en un pase a Bale, que de tan recto fue filigrana. El galés definió como un armario ropero, así que nos quedamos sin el fogonazo para el Youtube, que es una forma menor de eternidad. El ataque sin Karim pierde toda sutilidad y se dispara en vertical hacia el área. Isco hilvana por donde puede, pero no es suficiente. Hay una cierta exasperación en el partido porque el público se resiste a ver un rato malo de este Madrid y los jugadores se irritan al comprobar que son mortales. El caso es que hubo un córner y allá se fue Kroos para ejecutar la ceremonia. El balón llegó como una onda amiga hacia el centro del área y Varane se elevó de forma inverosímil sobre los demás. Parecía eso otro deporte. Conectó el cabezazo y un jugador búlgaro repelió el balón, Bale en boca de gol remachó la jugada. Un momento. Han pitado. Nadie sabe muy bien porqué. ¿El galés estaba en fuera de juego? Menudo inútil. Espera, que el árbitro saca una tarjeta roja y avanza rimbombante hacia la melé del área. No está Ramos así que el expulsado debe ser uno de los contrarios. La repetición. Anda coño, si le dio con la mano. Pero hombre… no lo expulses que te cargas el espectáculo. Convinieron madridistas y antimadridistas que la expulsión era innecesaria y eso fue como la unión de todos los demócratas. El árbitro pitó el penal y Cristiano lo marcó con su numerito asociado. 

Hasta ese momento al partido del Madrid le faltaba ritmo y finura en el juego de tres cuartos. A partir de entonces, los jugadores madridistas se lo tomaron como un amistoso. Cada uno intentaba su jugada favorita mientras el plan general se deshilachaba. Llegó otro gol antes del descanso con un cabezazo de Bale a la salida de un córner. En otro saque de esquina al final del partido, Arbeloa marcó a la manera mordida de los defensores antiguos. En esa época, ya estaba Marcelo como electrón libre dibujando eses sobre el campo con Bale en la media punta eligiendo siempre el camino cegado. Al final fue Medrán quien disparó desde casa dios y la pierna de un contrario hizo a la pelota dibujar un tirabuzón idiota que se coló como un moscón por encima del portero. 

Quedaron  tres minutos hasta el final del partido, pero eso no hay manera de contarlo.

R. Madrid, 4-Ludogorets, 0

Real Madrid: Keylor Navas; Arbeloa, Varane, Nacho, Coentrão (Marcelo, m. 60); Bale (Medrán, m. 83), Illarramendi, Kroos (Jesé, m. 60), Isco; Cristiano y Chicharito. No utilizados: Casillas; Pepe, Carvajal y Benzema.

Ludogorets: Stojanov; Caiçara, Terziev, Moti, Minev; Dyakov, Espinho (Andrianantenaina, m. 63); M. Aleksandrov (Wanderson, m. 61), Marcelinho, Vura (Quixadá, m. 72); y Abalo. No utilizados: Borjan (p); A. Aleksandrov, Zlatinski y Younes.

Goles: 1-0. M. 20. Cristiano, de penalti. 2-0. M. 38. Bale. 3-0. M. 80. Arbeloa. 4-0. M. 88. Medrán.

Árbitro: Clément Turpin (FRA). Expulsó a Marcelinho (minuto 19) y amonestó a Marcelo.

Estadio Santiago Bernabéu. Unos 80.000 espectadores.

Ángel del Riego

Relacionadas

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí

- Publicidad -

Últimas noticias

- Publicidad -