jueves, abril 25, 2024
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Jeremy Rifkin y las utopías realistas

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El título podría parecer un contrasentido, pero es que Jeremy Rifkin siempre sorprende. Desde El fin del trabajo, hasta La sociedad de coste marginal cero, las ideas de este profesor norteamericano nos llevan interpelando tres lustros al menos. Algunos lo critican o ignoran, como Rajoy, que lo considera un fantasioso – me temo que la virtud del Presidente del Gobierno español no sea precisamente la imaginación ni aceptar ideas nuevas o diferentes- , mientras otros los consideraban un gurú, como Zapatero, más crédulo.

Si se considera que el papel de un investigador de la sociedad es hacernos preguntas, plantearnos dudas, Rifkin acierta en pleno. The Economist  lo ha calificado de vidente o visionario. La situación de crisis, más bien de un necesario cambio de paradigma, hacen más que oportunas su reflexiones. Sería bueno que tras esta larga crisis no volviéramos a las andadas, a depredar el planeta, como si nada. De hecho, quizá se prolonga tanto porque no hemos cambiado nuestra visión e intentamos resolverla con las viejas recetas. El profesor nos avisa de que hay otros caminos.

Hace pocos días volvió a comparecer en la Fundación Rafael del Pino, un foro muy útil para la vida española donde podemos escuchar a políticos, economistas, pensadores, diplomáticos, científicos, siempre innovadores.

Todos sus libros plantean la emergencia de una civilización empática (título de uno de ellos, 2009), opuesta a la actual, de entropía y destrucción del planeta. La tercera revolución industrial estará marcada por la interconectividad, la ecología y en la que la “Edad de la Empatía eclipsará la Edad de la Razón”. Compartir tareas, descentralizar las fuentes de energía, estar conectado y trabajar menos pero mejor son sus pronósticos en la sociedad del inmediato futuro. El fin del trabajo, parafraseando a Francis Fukuyama.

Rifkin no duda en hablar del Homo empathicus como el hombre del futuro. La empatía es el hilo conductor de todas sus obras.  El símbolo precursor de este hombre nuevo lo sitúa en aquella conocida tregua espontánea de Navidad en el frente de Flandes en 1914, cuando los soldados británicos y alemanes hasta jugaron un partido de fútbol. Confraternización que fue cortada de raíz por los mandos de Londres y Berlín.

Rifkin lucha con sus ideas para plantear los nuevos retos económicos, sociales y medioambientales que nos permitirían ahorrar, cuidar del planeta y desperdiciar menos, desde agua o energía hasta esfuerzo. Muchas de sus propuestas ya están siendo aplicadas en Alemania (con el plan energético Energiewende) y en Dinamarca, y recientemente en China. Su visión optimista del ser humano, la valoración globalmente positiva de la Unión Europea y su crítica constructiva le han hecho acreedor de los ataques de muchos de sus compatriotas, por considerarlo un soñador. Nadie es profeta en su tierra.

Leer sus libros y escucharle no dejan indiferentes en ningún caso pues son una ventana de aire fresco y constituyen una provocación saludable. Esperemos que alguien en nuestros Ministerios –especialmente los de Industria y Agricultura- se moleste al menos el leerlo.  La utopía es motor y no fábula cuando se apoya en un gran conocimiento de la historia, de las corrientes económicas y los descubrimientos científicos, como es el caso de Jeremy Rifkin.

Jaime-Axel Ruiz Baudrihaye

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