viernes, abril 19, 2024
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El espejo escocés

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Que nadie se engañe y que no decaiga el ánimo, que España no se rompe. No por Cataluña. Y eso que hoy será uno de esos días que dará para pensar lo contrario. Nos sentaremos a ver las noticias y no podremos evitar esa sensación de “uff…, son muchos” que seguro nos va a provocar tanto y tanto independentista en la calle y toda esa estomagante parafernalia que haría las delicias de Leni Riefenstahl. Pues no. Hoy habrá un montón de gente en la Diagonal porque les toca -como cuando gana el Barça-, porque si no para cuándo lo dejan, porque son muy militantes y porque hace buen tiempo. Pero lo cierto es que el invento pierde fuelle.

Según se acerca esa otra fecha totémica del 9 de noviembre cada vez son menos los catalanes que comulgan con la rueda de molino de la consulta redentora. A día de hoy no son ni la mitad los que piensan que finalmente habrá referéndum y no llega al 35 por ciento el número de partidarios de la independencia. En realidad la mayoría asegura que deberíamos ser el conjunto de los españoles los que decidiéramos sobre la secesión de Cataluña. Éstas son las cifras. Ésta es la realidad. Demoscópica, sí, pero infinitamente más fiable que ese “barómetro de la calle” que mañana sacarán a pasear los urdidores de esta matraca. Los mismos que seguro observan y no se explican cómo en Escocia la tendencia es la contraria.

A unos días del referéndum con el que Cameron pretendía dar la puntilla a los nacionalistas escoceses, el “sí” al estado propio ya aventaja a los unionistas. Por los pelos, pero por delante, cuando hace unos meses Londres descontaba una victoria aplastante. No se trata ahora, por supuesto que no, de establecer paralelismos imposibles entre los casos escocés y catalán. Equiparar sus raíces históricas sería como comparar a Jordi Pujol con Vicente Ferrer, pero va a resultar inevitable “traducir al español” lo que pase allí el próximo día 18.

La campaña de Alex Salmond, ministro principal de Escocia -más o menos un presidente autonómico español pero con la mitad de competencias-, merece gran parte del mérito de la remontada independentista que arrojan los últimos sondeos. Salmond se ha dejado de manipulaciones históricas, ha prescindido de alegatos patrioteros, no se ha inventado ninguna bandera para Escocia porque está muy orgulloso de la suya y se ha dedicado a intentar convencer a los escoceses de que el petróleo del Mar del Norte puede convertirles en la próxima Noruega. Sin histrionismos ni happenings provincianos. ¿Y qué ha pasado aquí mientras? Pues eso, permanezcan hoy atentos a sus pantallas.

¡Y que no decaiga!

Dani Hidalgo

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