miércoles, abril 24, 2024
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Las cobardías

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A moro muerto, gran lanzada. El temeroso o el cobarde espera a ver la caída del caballo antes de dar el paso. El paso que, dado a tiempo, habría puesto muchas cosas en su sitio evitando situaciones dañinas para el interés del país. Ahora que se están aireando las andanzas delictivas de Jordi Pujol (él mismo declaró que llevaba 34 años sin acordarse del Fisco) y hasta los más irreductibles de CiU han sentido la vergüenza que suponía mantener la impostura del mito del «molt honorable», es cuando hemos sabido que utilizaba a los «Mossos de Esquadra» para llevar las bolsas de la compra y sacar a pasear por la noche a sus perros. ¿Por qué el sindicalista que lo cuenta ahora, no lo denuncio antes?

El pasado martes, Cristóbal Montoro, ministro de Hacienda, reveló en el Congreso que la Agencia Tributaria llevaba 14 años investigando las cuentas de los Pujol, ¿por qué la Inspección no actuó en consecuencia? La respuesta hay que buscarla en el papel de CiU como partido bisagra. Favor parlamentario a cambio de favores de naturaleza variable. Hace cuatro años se publicó que Artur Mas Barnet, el padre de Artur Mas, tenía en un banco de Liechtenstein una cuenta opaca al Fisco de la que era beneficiario su hijo. Su DNI figuraba entre la documentación remitida a las autoridades judiciales españolas. ¿Por qué cuando la investigación estaba cosechando pruebas el trabajo de la Fiscalía entró en vía muerta? Zapatero que empezó su galáctico camino diciendo que haría suyo lo que decidiera el «Parlament» de Cataluña en relación con el «Estatut» se acollonó al descubrir  que había abierto la puerta a la barra libre extra constitucional y trató, cuando ya era tarde, de frenar la cosa. Necesitaba a Mas para aminorar daños y Mas necesitaba que el asunto de Liechtenstein desapareciera de los juzgados. A la  postre, como sabemos, aquella cobardía -no seguir con la investigación- no sirvió para parar la bola de nieve separatista. Las cobardías remiten a intereses políticos o a los negocios. Algunos de los medios de mayor influencia en Cataluña todavía no han encontrado el momento para condenar en sus editoriales el proceder delictivo Jordi Pujol ¿Por qué? ¿Tendrá que ver con las expectativas de adjudicación de nuevas concesiones por parte del gobierno de la «Generalitat? En Cataluña, como en el resto de España, los barones de la comunicación marcan los términos del debate social y a algunos de ellos le acaban de conceder un buen puñado de licencias de radio. De estas y de otras cobardías de las que iremos teniendo noticia, procede el mal político de fondo  del que adolece España. Corrupción, es la palabra.

Fermín Bocos

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