jueves, abril 25, 2024
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Admiróse de un portugués

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«…de ver que en su tierna infancia todos los niños de Francia supieran hablar francés». Ese pequeño poema de Nicolás Fernández de Moratín que todos los españoles solían aprender de memoria -y tomarnos a broma- ya no tiene sentido alguno. En Portugal no libramos batallas de idiomas locales. Hablamos portugués en todo el país, y además conservamos una maravillosa reliquia lingüística que es el mirandés, hablado por unas quince mil personas de algunas zonas de Tras-os-Montes y reconocido por nuestra República, y también por la UNESCO, como patrimonio cultural que entre todos debemos preservar para las generaciones futuras

De esta manera, dedicamos nuestra energía lingüística, que es mucha gracias a nuestra rica fonética, a hablar el español, el inglés y el francés. Sin desmerecer otras lenguas más adustas, como el alemán, el swahili o el mandarín, que cada día se hace más popular y ya se estudia en muchas escuelas portuguesas. El ochenta por ciento de los portugueses hablamos al menos una lengua más, según afirma la estadística oficial.

El ochenta por ciento de los portugueses hablamos al menos una lengua más

A veces se preguntan algunos por qué tenemos éxito en el turismo. Entre otras razones (además de no destrozar tanto el litoral y mantener precios razonables), porque desde nuestros taxistas a nuestros camareros, todos son capaces de hablar otra lengua y de ser hospitalarios y amables en la de quienes nos visitan. Y, por supuesto, esto sucede en todos los ámbitos, desde el empleado al directivo, no es el privilegio de los cuatro ricos o de los diplomáticos. Incluso un personaje tan nacional y cerrado -pero que no era nada inculto- como Salazar hablaba perfectamente inglés y francés. Los libros en estas lenguas poblaban las bibliotecas de nuestros padres y se encuentran en los puestos que los libreros de viejo instalan cada sábado en la Rua Anchieta, en el corazón del Chiado lisboeta. Hoy, nuestros ministros navegan por la UE con perfecta comodidad. Mucho se puede criticar a Durão Barroso por otras cosas, pero no por sus idiomas, ya que habla perfectamente francés, inglés, alemán y español.

Hay varias razones históricas y actuales para explicar nuestra habilidad. Pues hablamos otras lenguas y, en general, bien. Rodeados por Castilla y sus posesiones, el comercio fue nuestra razón de ser durante siglos. Algo parecido a los holandeses. Luego, la alianza secular con Inglaterra con quien hemos tenido una especie de servidumbre casi colonial. Las clases altas e ilustradas portuguesas siempre tuvieron a gala conocer el francés, y después el inglés, como signo de distinción, algo parecido a los rusos del siglo XIX. Después, fueron las clases medias y la obrera, por mor de la emigración al África portuguesa, vecina de belgas e ingleses, y por la emigración permanente que ha sangrado y sangra nuestro país (54.000 personas abandonaron Portugal el pasado año, de los cuales, más de la mitad ya no volverán; aunque el Expresso los cifra en más, 300.000 en los últimos tres años). Persiste la copiosa emigración a África (más de un cuarto de millón de portugueses viven en Angola, otro tanto en Mozambique), Estados Unidos, Brasil, Francia o Canadá. Todo ello nos ha acostumbrado a hablar en otros idiomas. No hay mal que por bien no venga. Ah, y no doblamos  las películas, nunca.

Rui Vaz de Cunha

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