viernes, marzo 29, 2024
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Gibraltar, territorio español irredento, no ocupa un lugar prioritario en la agenda de asuntos pendientes de la vida política nacional. Lo prioritario es solucionar el paro, crear trabajo, zanjar el desafío separatista, acabar con el drama de los desahucios y  preservar los servicios esenciales del Estado del bienestar. No es  prioritario, pero es una piedra que desde 1713 oprime el zapato español. Todo lo que se relaciona con El Peñón, general opinión. Todo el mundo sabe que su condición de territorio colonial, paraíso fiscal y base de la Armada británica, plantea una situación anacrónica. Es la última colonia que queda en Europa si descartamos el enclave ruso de Kaliningrado, la antigua Königsberg, patria chica de Kant. Hasta el último ciudadano sabe que Gibraltar es español y, que, en consecuencia, al tratar con las autoridades británicas de La Roca todo lo que rebase los asuntos de frontera y pesca es susceptible de ser etiquetado de inconveniente. O desleal.

Estos días, en el transcurso de un «road show» muy estudiado, Fabián Picardo, «ministro principal» de Gibraltar se ha paseado por Madrid. Picardo, un abogado hábil de discurso muy suelto ha logrado  poner en evidencia la falta de cohesión de los partidos políticos españoles consiguiendo entrevistas y encuentros con algunos de ellos. En el plano de lo simbólico, supone un tanto a su favor. Aceptar y publicitar una reunión con él es tanto como ponerse de su lado en una causa que se mire por donde se mire, no tiene justificación alguna. De ahí el asombro -por no utilizar otra expresión- provocado por la noticia del almuerzo de Picardo con dos dirigentes socialistas: Manuel Chaves, ex presidente de la Junta de Andalucía y el diputado navarro Juan Moscoso. Asombro ampliado por las reverberaciones que añade una declaración previa de la portavoz del Grupo Parlamentario socialista, Soraya Rodríguez, en la que aseguraba que reunirse con Picardo era «inadecuado e inconveniente». Visto lo sucedido, la burlada portavoz, no ha tenido más remedio que improvisar una explicación que sonando a excusa apenas acierta a disimular el cabreo. Es sabido que el PSOE está sin cabeza y que hasta el próximo domingo no sabremos quién va a poner orden en aquella casa, pero Manuel Chaves que hasta hace dos telediarios era el presidente del partido, no podía ignorar que un encuentro con el espumoso político gibraltareño era meter un palo en las ruedas de la política exterior del Reino de España. La asistencia de Moscoso tendría que explicarla él. Sigue, pues, pendiente. Como pendiente está la de José Luis Centella, secretario general del PCE, partido que, con razón, lleva décadas denunciando y pidiendo el cierre de los paraísos fiscales, se haya entrevistado con la primera autoridad de una colonia cuya principal fuente de ingresos procede de los bancos en los que operan más sociedades y cuentas opacas que habitantes tiene El Peñón.

Fermín Bocos

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