jueves, abril 25, 2024
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¿Y si abdicas, Nicolás Maduro?

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¿Y por qué pedirle la abdicación a Nicolás si él no es un monarca? Curioso que sin ser una monarquía, en Venezuela el difunto Hugo Chávez haya ungido con su poderoso verbo a Maduro para sucederle en el trono, perdón, en la presidencia de la república mientras que el candidato de la oposición se había legitimado en unas elecciones primarias. Maduro llegó a la jefatura del Estado mediante unos sufragios plagados de inseguridad jurídica, delitos electorales y vicios de nulidad certificados por el Instituto de Altos Estudios Europeos en su informe de 2013. 

El más fuerte es quien tiene las armas, el dinero, los negocios y el mando sobre los militares

La cotidianidad en Venezuela muchas veces la resume una frase del escritor, Juan Carlos Méndez Guédez, en su última novela Los maletines: «El horror. El horror entero y vivo y pulposo y palpitante y real y concreto y envolvente». Porque allí reina la ley del más fuerte. Y el más fuerte es quien tiene las armas, el dinero, los negocios y –factor decisivo– el mando sobre los militares, que en Venezuela se lo disputan varias facciones rivales en las guerras intestinas del chavismo póstumo.

Si en España, el gobierno o la monarquía hubiesen sido los causantes de más de 40 muertes y 900 detenciones arbitrarias en manifestaciones estudiantiles, si los españoles sufriesen una inflación de más del 60%, si la estadística de homicidios en 2013 hubiese alcanzado las 25 mil muertes, ni a Rajoy lo hubiesen derrocado ni a Juan Carlos de Borbón le hubiese dado tiempo de abdicar. Es que a lo mejor hubiesen terminado como Mussolini y la Petacci en Italia, o Ceaucescu en Rumanía.

En Venezuela, un gobierno que presume de llevar el cetro de la democracia en Iberoamérica ya suma quince años en el poder hundiendo al país en el oscurantismo económico

Curioso que las instituciones más conservadoras de Europa hayan abierto las ventanas para que entre aire fresco; por un lado, la monarquía constitucional española hizo relevo; por el otro, el Vaticano ha cambiado de Papa. En Venezuela, un gobierno que presume de llevar el cetro de la democracia en Iberoamérica ya suma quince años en el poder hundiendo al país en el oscurantismo económico, convirtiendo la promesa del paraíso socialista en la distopía donde reinan el hampa, la narcoguerrilla y las mafias militares complacientes con Cuba. Mad Max, pero con estética triple equis.

En ese caldo, la vida humana en Venezuela se ha depreciado frente al poder, un poder que es capaz de matar con tal de perpetuarse contra viento y marea. Maduro no abdicará, ni los venezolanos lo van a derrocar. Prueba fehaciente de que no hay terroristas ni golpistas, sino gente que espera pacientemente por las oportunidades que aún les pueda dar la moribunda democracia.

Noé Pernía

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