Cinco mujeres. ¿Y por qué no quince? ¿O veinte? ¿O todas las periodistas que tienen en Mediaset? Quizás entre tantas sí habría habido cinco presentadoras. De momento cuentan con una válida, Sandra Barneda, por mucho que lo primero que hiciera ésta fue presentar a una de sus dos invitadas (tampoco es que tuviera una larga lista y se hubiera podido perder con lo de los nombres) como Hida Abouk, en vez de Hiba.
Lo cierto es que quizás Sandra tuviera razón, o se equivocó a posta, porque la actriz de 'El Príncipe' estuvo durante toda la entrevista como ida, como si no la estuvieran preguntando a ella. Vamos, que casi no hizo a sus anfitrionas ni puñetero caso, el mismo, por ejemplo, que el que les hizo a los periodistas que acudieron a verla en su última comparecencia pública, cuando a los dos minutos y medio, y cuando las preguntas comenzaron a incomodarla, salió a la carrera.
Esta vez estuvo a punto de hacerlo, cuando Yolanda Ramos le pidió que mostrara sus conocimientos de árabe, una de las cinco lenguas que dijo dominar, escribiendo en árabe en una pizarra el nombre del programa. La actriz volvió a pasar de ella con un lacónico: «Luego lo hago», dejando planchada a su interlocutora.
Entre eso, el no saberse ni el título del programa (al principio dijo que estaban en 'Hablé con ellas', con acentito), y las miradas asesinas que más tarde le echaría Celia Villalobos, tras hacerse ella la abanderada del pueblo español, como Catalina de Aragón recogiendo la bandera, a Yolanda quizás se le hayan pasado de golpe las ganas de seguir siendo presentadora.
La vicepresidenta del Congreso, que, mientras esperaba su turno sentada en un sofá parecía preguntarse cómo se podía haber metido en ese berenjenal y a la que después no hicieron ni maldita gracia las insinuaciones de Yolanda sobre corruptela de toda la clase política (hacerse los ofendidos es lo único que les queda a los políticos en esa tesitura), se merendó a ésta y a sus otras cuatro compañeras, lo cual no deja a éstas nada bien.
Una de ellas, Natalia Millán, también debió tararear a Burning para sí tras este primer programa («¿qué hace una chica como tú, en un sitio como este?». Una cosa es bordarlo como actriz, como lo suele hacer siempre, salvo cuando sale en 'Dreamland', y otra estar dispuesta a hacer cualquier cosa que la propongan, como saltar desde un trampolín o lanzarse sin paracaidas a presentar un «late night». No es de extrañar que apenas abriera la boca durante todo el programa. Al menos se ahorró el meter más la pata, como cuando al final del mismo dijo que le gustaría que viniera a verlas «Paco Alborán» (¿sería el hermano del cantante? ¿su primo?).
La lástima es que no se callase más Alyson Eckmann durante el espacio, la americana que habla el español casi peor que Michael Robinson. Con gente como ella el mito de la «rubia tonta» perdurará por los siglos de los siglos, como bien quedó demostrado en su reportaje con Esperanza Aguirre, preguntándola por sus zapatos y la mariquita… que llevaba en su traje chaqueta. Con decir que lo mejor que hizo durante toda la noche fue ordeñar a una vaca…
Sí lo intentó, lo de hacer las cosas bien, Beatriz Montáñez, pero parece estar todavía en periodo de rodaje, después de tanto tiempo alejada de las cámaras (la de veces que se habrá dado cabezazos contra la pared por haber dejado 'El intermedio'). La chica (bueno, ya no tanto) empezó hundiendo en la miseria al decorador del programa («este humilde plató») y terminó demostrando que lejos del Wyoming ya no es la «gran esperanza blanca».
Lo podría ser Sandra Barneda, que no sólo escribe bien sino que se desenvuelve perfectamente ante las cámaras, pero bastante tiene con intentar ordenar el batiburrillo en el que a veces se convierte 'Hable con ellas'. «Hida» al margen, Sandra confirmó que es una buena periodista y que podría lucir más si no tuviera a esa «trouppe» alrededor suyo. Es decir, volvemos al principio, ¿para qué cinco presentadoras cuando con una bastaría? Este Vasile se pasa intentando dar trabajo a tanta gente. Me gustaría ver qué audiencia tendría este formato si no fuera detrás de 'El Príncipe'. Ni la vaca las vería.
La mosca