jueves, abril 18, 2024
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Hidalgo y Valls: españoles en París

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Que dos descendientes de españoles Manuel Valls y Anne Hidalgo ocupen los puestos de primer ministro de Francia y alcaldesa de París, debería ser motivo de orgullo para un país, España, desencantado por las repercusiones de la crisis, que ve con tristeza y amargura cómo muchos de sus hijos, siempre los mejor preparados pero también muchos que no lo están tanto, tienen que cogerse la mochila y salir en busca de un trabajo que les permita vivir con dignidad. Lo que demuestra que la integración social y cultural es el mejor remedio para convencer a quienes ven con hostilidad y recelo la llegada de inmigrantes a los países más ricos y desarrollados. Lo que en modo alguno quiere decir que todos los que vienen vayan a ocupar puestos de tanta responsabilidad como los arriba mencionados, pero si una ocupación con la que salir de la miseria que se vive en sus países de origen.

El auge de la extrema derecha es un fenómeno que no ha llegado a calar en España, a Dios gracias

Un sueño, el de conseguir casa, comida y educación, que entre todos hemos contribuido a alimentar porque hubo un momento, no tan lejano, en que los empresarios, grandes y pequeños, necesitaban mano de obra barata con la que poder llevar a cabo sus proyectos. Sueños que hemos querido cortar de raíz porque la crisis ha logrado lo que muchos pensamos que no volvería a ocurrir, al menos en Europa: desprecio y odio al que no es de aquí, al que atraviesa fronteras aún a sabiendas de que puede perder la vida en el intento. De ahí el auge de la extrema derecha en países como Francia y Holanda. Un fenómeno que no ha llegado a calar en España, a Dios gracias, quizá porque el que más y el que menos tiene un familiar, un tío, un hijo, un antepasado, que vivió esa misma experiencia, lo que nos hace más sensibles a la hora de entender un problema que algunos mandatarios quieren arreglar devolviéndoles a sus países. Sin darse cuenta de que con la globalización eso es misión imposible.

Quiero creer que los franceses, que de política algo saben, han escogido a los mejores para un momento de grandes retos, de difíciles decisiones, un momento en que lo que se les pide a los políticos, de aquí y de allá, es que además de poner en orden la economía, no se olviden de los que más les necesitan, de los parados, de los pensionistas, de los enfermos, pero sobre todo de esas familias y de sus hijos que están en riesgo de exclusión total.

Negar, como ha hecho Montoro, los datos de Cáritas, no demuestra más que lo alejados que viven algunos de la dura realidad que se vive en nuestro país y en los países de nuestro entorno.

Rosa Villacastín

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