jueves, abril 25, 2024
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Los símbolos de Portugal

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Cuando un país tiene dudas sobre su identidad, su independencia (concepto ya caduco en esta época globalizada) y su energía –Nobre Guedes, conservador, dice que el país ha reculado veinticinco años-, hay que agarrarse a figuras, a personas que lo representen y le den el merecimiento debido. Portugal, además, es un país profundamente emocional donde la saudade, la lírica, están presentes en la vida cotidiana.

Así homenajeó a la fadista Amália Rodrigues, así ha sido ahora con Eusébio, el gran jugador de fútbol.

Eusébio representó esa posible unión lusitana, esa ilusión de que el Imperio podría llegar a ser un nuevo Brasil, unido y multirracial

Eusébio fue más que un jugador, fue el ejemplo de la integración de los portugueses de África. Era de Mozambique, pero fue uno de los mejores  portugueses. Desde 1961, todos los africanos del Imperio tenían ciudadanía portuguesa. Hasta el Estado Novo de Salazar fue generoso, más que ningúna otra metrópoli. En el fondo, Eusébio representó esa posible unión lusitana, esa ilusión de que el Imperio podría llegar a ser un nuevo Brasil, unido y multirracial. Como ha dicho muy bien el escritor João de Melo (que fue Consejero cultural en Madrid), tenía una patria de ida y vuelta: Portugal-Mozambique.

Le cantaron poetas, intelectuales, artistas. Hoy, algunos hablan de si fue utilizado por el Régimen, pero estas cosas carecen ya de importancia. Claro que lo fue, como muchos otros, incluso como muchos escritores que no eran salazaristas. También ahora, ya muerto, quieren utilizarle los partidos y diputados para redorar sus oxidados blasones. Pero es cierto que representó como pocos el sueño portugués, la posibilidad de alzarse desde la miseria, la raza (hijo de un angoleño blanco pobre y de una mozambiqueña), y llegar a ser una figura nacional.

Pero lo importante, lo singular, es cómo ha reaccionado Portugal, país unido a pesar de las dificultades, o precisamente por ellas, cómo jóvenes, viejos, izquierda, derecha, norte, sur, se han unido en homenaje –bajo una lluvia y una galerna atroz- y sentimiento ante la pérdida de Eusébio, que sólo tenía 71 años. Recuerdo también cuando velamos a Amália en la Basílica de Estrela, a la que venían a presentar sus respetos desde militares de uniforme hasta punkies, estudiantes, asistentas, empleados, aristócratas, todos unidos. Ahora ha sido aún más importante esta unión.

Representó como pocos el sueño portugués, la posibilidad de alzarse desde la miseria, la raza y llegar a ser una figura nacional

La Asamblea de la República ha dedicado una sesión a la Pantera Negra, a la Bota de Oro (¿no había nada más urgente que discutir?, no, porque en el fondo se discutía Portugal y su lugar en el mundo). Dentro de un año, quizá le trasladen al Panteón (por ley hay que esperar un año) de lusitanos ilustres.

Pero entonces esperemos que si Eusébio va al Panteón de Santa Engrácia, en las traseras del Barrio de Alfama, también haya lugar ahí, por ejemplo, para la poetisa Sophia de Mello Breyner o para Aristide de Sousa Mendes, el cónsul en Burdeos que en 1940, desobedeciendo a Salazar, salvó tantos judíos

Rui Vaz de Cunha

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