sábado, abril 20, 2024
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El estado de la nación

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El presidente acudirá este martes al Congreso para dar su visión sobre el estado de la nación. Una visión de muchas luces y pocas sombras, de túneles superados y abismos sorteados, de muchos pros y pocos contras. La RAE define al dedillo este tipo de visión: “creación de la fantasía o imaginación, que no tiene realidad y se toma como verdadera”. Porque su visión será una recreación de su deseo, no una traslación de la realidad del país.

Tras los 798 días trascurridos desde la asunción del poder, Mariano Rajoy no ha conseguido ni uno solo de los objetivos verbalizados en el debate de investidura: ni ha estimulado el crecimiento, ni ha potenciado la creación de empleo, ni ha convertido el diálogo en la principal característica del estilo del gobierno, ni mucho menos ha preservado el estado social. Todo lo contrario.

Mariano Rajoy no ha conseguido ni uno solo de los objetivos verbalizados en el debate de investidura

Tras este tiempo de gestión popular, España es un país más débil, más desigual, más empobrecido, más precario. Un país en el que ni la consecución de un trabajo garantiza ya salir de la pobreza y en el que cada vez más personas se ven forzadas a desarrollar sus vidas más allá de nuestras fronteras. Un país en el que los derechos sociales están en retroceso y las libertades civiles, amenazadas. Un país hostil a la libre decisión de las mujeres. Un país gobernado a golpe de decreto. Un país más desunido y con crecientes tensiones territoriales. Un país objeto de preocupación para Europa.

Frente a la realidad figurada del presidente, está y seguirá estando la realidad vivida y sufrida a pie de calle.

La realidad de los miles de hogares sin ingresos y los cientos de miles con todos sus miembros en paro, 257.000 más durante su mandato. La del millón de puestos de trabajo destruidos y la de los dos millones de personas sin prestaciones con las que hacer frente al desempleo, un 30% más. Subsidios y prestaciones con las que no han tenido piedad, pues también las han recortado.

La realidad de los estragos de la reforma laboral, con salarios a la baja (un 10% de media, para los trabajadores, no para los directivos, cuyos emolumentos están subiendo) y convenios colectivos en retirada, que cubren a la mitad de trabajadores que hace dos años. Y de la presión fiscal asfixiante.

La realidad de la deuda pública, que crece sin medida, a razón de más de 300 millones de euros al día, habiendo alcanzado ya su techo histórico. De los procedimientos concursales y las disoluciones de empresas, que han crecido 25 puntos. De la economía que no tira: 2011 se cerró con un crecimiento del 0,1% y 2013, con una caída del 1,2%.

Y la realidad del crecimiento de las desigualdades por la austeridad sin medida.

600.000 jóvenes han perdido sus becas de estudio

La realidad de los recortes en educación e innovación, que están cercenando el presente de miles de jóvenes y el futuro de nuestro país. De los 600.000 jóvenes que han perdido sus becas de estudio. De los 20.000 profesores despedidos de las aulas. De los 31.000 alumnos menos en las universidades tras encarecerse un 20% las tasas, auténticas barreras de acceso. Del recorte del 30% en el presupuesto para I+D+i. De los miles de investigadores menos.

La realidad de la exclusión de la sanidad pública de los españoles que tienen que emigrar o de los inmigrantes en situación irregular, de los presupuestos menguantes y de los copagos y repagos crecientes que minan  los bolsillos de los más débiles -pensionistas y enfermos crónicos-, con medidas inhumanas como el copago de los fármacos hospitalarios.

La realidad de los pensionistas y dependientes a quienes han recortado sus prestaciones, las de ahora y las de los próximos años, a quienes han endosado las facturas de la crisis en aras a una sostenibilidad que hace insostenible su situación.

La realidad de las libertades amenazadas por leyes mordaza como la de seguridad ciudadana, la de seguridad privada o la ley del aborto, que coarta el derecho de las mujeres a decidir en libertad sobre su propia maternidad, colocándolas bajo una tutela humillante que viola su libre voluntad, su libre conciencia.

Y la realidad de la crisis institucional. De la creciente deslealtad entre las distintas administraciones territoriales, de la creciente tensión secesionista en Cataluña, de la parálisis del Gobierno para hacer frente a estos desafíos. Y, lamentablemente, de la creciente desafección de la ciudadanía hacia sus instituciones.

Esa es la realidad del país, la misma que el presidente tratará de sepultar bajo un manto de oscuridad a base de conceptos macroeconómicos y cifras coyunturales tan grandes como etéreas.

Si la eficacia de la gestión se mide por la capacidad de generar bienestar, el malestar generado por el Gobierno es manifiesta expresión de la ineficacia de su gestión.

Ese es el verdadero estado de la nación tras sus dos años de gobierno. Y ese no se cambia por decreto.

 

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José Blanco

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