jueves, abril 25, 2024
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El sitio de España en el mundo

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El pasado 11 de febrero llegó a Rota el destructor de los EEUU Donald Cook, primero de cuatro que tendrán ese puerto como base permanente, y que conforman, entre otras misiones, un elemento naval del escudo antimisiles de la OTAN. ¿Bueno o malo? Empecemos por el principio.     

Paco Fernandez Ordóñez viajó una vez a Washington en los años ochenta cuando era Ministro de Asuntos Exteriores. Su homólogo norteamericano, George P. Shultz, le recibió en su despacho y le llevó a ver un precioso globo terráqueo diciéndole: «Cada vez que me hablan de un país vengó aquí para situarlo».

España está ciertamente situada en una encrucijada, entre otros, de rumbos marinos, de trayectos transcontinentales, de flujos comerciales, de culturas y de civilizaciones. Ello nos ha moldeado y dado una entidad, una personalidad y un carácter al tiempo que una Historia. Y todo lo anterior nos sitúa en términos geoestratégicos, culturales, económicos y políticos en la Europa Occidental. Así de sencillo. Más complicadas parecen las consecuencias, pero el sentido común debiera de ser el lazarillo pertinente para guiarnos.

Sin perjuicio de cuidar a nuestros vecinos, sean o no europeos, nuestra aspiración es, evidentemente, la de estar junto a los miembros europeos y democráticos de la Unión Europea y que, además, aspiran a la mayor integración posible de nuestros países en su seno y cuyo «núcleo duro» son sin duda los seis países fundadores de la UE entre los que España hubiera estado si no hubiera sido por Franco y entre los que no estuvo el Reino Unido cuya mayor ambición es la de frenar esa vía integradora.

Pero la UE es sólo una parte del mundo que nos rodea y además su capacidad como proveedor de seguridad militar es limitada hoy en día y lo será por mucho tiempo. En este campo nuestros intereses como occidentales que somos, todos los europeos, incluidos los españoles, nos lleva, siguiendo a nuestro lazarillo, a una relación muy estrecha con el otro lado del Atlántico Norte donde están los EEUU y Canadá, aliados nuestros en el marco de la Alianza Atlántica cuando hablamos de seguridad pero que son también socios nuestros muy importantes en materia de política Internacional, comercial, económica, financiera, tecnológica, de investigación e, incluso cultural pues todo lo anterior se engloba también en esto último. Todo ello hace que el Atlántico Norte sea el «Mare Nostrum» de hoy en día, lo que el Mediterráneo dejo de ser a partir del siglo VII.

¡Claro que hay vida más lejos! ¡El mundo entero! España debe añadir a lo anterior, pero no en sustitución, dos ejes históricos y tradicionales: primero el mundo mediterráneo e islámico, que se prolonga hacia el Este hasta Afganistán y Pakistán, y al sur hacia la África subsahariana, lugares, todos ellos, donde lo que ocurre afecta a nuestra seguridad, especialmente en el Sahel, y, luego, el latinoamericano, sin perjuicio de la necesidad de tener en cuenta a Rusia, el vecino más formidable que Europa tiene al Este, y China, la potencia en ascenso y que ya intenta hacer sentir un peso imperial en su vecindario o en España, pe, cuando se disgusta con nosotros por una orden de busca y captura de un antiguo Presidente suyo, Jiang Zemin, por parte de un juez español, consecuencia del principio de justicia universal que impera en nuestro ordenamiento jurídico desde 1985 y que el PP elimina ahora. Además, China tiene parte de la deuda española.                      

Nada es sensatamente posible en un entorno inseguro. Ni el comercio, ni las relaciones económicas, ni las culturales, ni las políticas, entre otras. Por eso España necesita unas fuerzas de seguridad, incluidos unos ejércitos, tras una política y una diplomacia internacional de seguridad que nos asegure ese entorno en paz que necesitamos y al que tenemos derecho. Ahora bien, en materia de seguridad no puede España viajar cómodamente en la popa de un bote mientras reman los demás. De ahí la necesidad no sólo de una diplomacia y de unos ejércitos y otras fuerzas de seguridad correctamente dimensionados sino, asimismo, la obligación de contribuir a esa seguridad colectiva que está enmarcada en la UE y en la Alianza Atlántica (OTAN) además de las Naciones Unidas cuyo Consejo de Seguridad tiene encargada una especial vigilancia sobre la paz en nuestro planeta.

Cuando se observa atentamente donde está España en el mapa geopolítico mundial se entiende porqué España ha participado y participa, con todos los sacrificios humanos y materiales que ello implica, en operaciones amparadas por las NNUU en los Balcanes, en el Líbano, en Afganistán, en aguas del Indico, en Libia, en África subsahariana, en América latina, sea con sombrero de las NNUU, de la OTAN o de la UE; porqué prepara y coordina su seguridad y su defensa tanto en el marco diplomático como en el militar en la UE y en la OTAN; y porqué mantiene con los EEUU, la mayor potencia occidental, y aun del mundo, una relación bilateral en materia de defensa en función de un Convenio bilateral.

Estas son todas las razones por las cuales España debe, y conviene a nuestros intereses, aportar a la defensa común ases geoestratégicos en su territorio, como Rota o Morón. De ahí la presencia de estos destructores de los EEUU en Rota como base permanente, en el marco general, aunque no exclusivo, del escudo antimisiles de la OTAN, que España aprobó porque puede protegerla además de a sus aliados. Asimismo las facilidades logísticas de todo orden que se aportan más puntualmente a todos los aliados tanto en el marco aliado como en el europeo o el bilateral, incluyendo la presencia, por ahora temporal, de tropas norteamericanas en Morón a disposición del Mando norteamericano de AFRICOM radicado por ahora en Alemania.

Pero nada de lo anterior debe de hacerse a espaldas de los españoles. Todo debe de ser bien explicado y aprobado en el Parlamento. España no puede hacer dejadez de sus obligaciones en materia de seguridad, que incluyen también participar en materias de desarme y verificación. El necesario apoyo de la población en temas de seguridad y desarme exige las oportunas explicaciones de un liderazgo político de los grandes partidos. España recibe la seguridad de estar dentro del bote y no en el océano a merced de las olas y debe remar lo que le corresponde y cuando le corresponde. Esto es algo muy bien considerado por todos nuestros socios y aliados, y también en el marco de las NNUU, y es algo que la población española debe de saber apreciar y que los medios de comunicación también han de trasladar.

Carlos Miranda

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