Al contrario que algunos de sus ministros, el presidente del Gobierno tiene la sensatez de no lanzar las campanas al vuelo respecto a esa hipotética recuperación de nuestra economía aunque haya dejado dicho que aunque la recuperación no ha llegado, al menos la economía no continúa cuesta abajo. La cuestión es que los datos macroeconómicos continúan sin estar a la par de la economía real. Sirva de ejemplo Madrid, convertida en un estercolero, como enseña de la España de hoy.
El ayuntamiento de Madrid ha decidido recortar los gastos en limpieza y las empresas adjudicatarias de esos servicios han decidido a su vez eliminar a más de mil trescientos trabajadores de los seis mil que hasta ahora se encargaban de la limpieza de la capital. Y no sólo eso, además de los despedidos, los que conserven el trabajo verán reducidos sus salarios. Creo que el ministro Montoro debería de preguntar a estos trabajadores que se pueden quedar en el paro o a los que les van a reducir el sueldo donde ven ellos los signos de la recuperación económica.
Lo cierto es que repetir el «mantra» de que estamos saliendo de la crisis tiene un recorrido corto porque la realidad se empecina en lo contrario. Continúa habiendo despidos masivos por parte de las empresas y continúan reduciéndose los salarios, lo que conlleva a que la crisis se continúe agravando.
Madrid es el ejemplo de cómo la política de la reforma laboral dan la puntilla a ese «mantra» de que la recuperación está ya
Con un paro de más del veinticinco por ciento y salarios de miseria es imposible que se reactive el consumo. Puede que los ricos riquísimos puedan seguir viviendo como antes pero la clase media, los funcionarios, trabajadores liberales, obreros, etc, aún en el caso de que conserven su trabajo, no se atreven a gastar porque han visto sus sueldos mermados y porque todos vivimos con la incertidumbre de no saber si mañana conservaremos nuestro puesto de trabajo.
No sé si el ministro Montoro y sus colegas de Gobierno pisan mucho la calle, pero si lo han hecho estos días habrán tenido que sortear la misma porquería que el resto de los madrileños porque desde hace días no se recoge la basura, amén de que algunos piquetes salvajes se han dedicado a esparcir basura por las calles. Y sí, claro que los madrileños están que trinan por tener que ir andando entre la basura, pero el enfado está dirigido al Ayuntamiento, que como Pilatos se quiere lavar las manos y decir que el problemas es de las concesionarias, y por supuesto la ira de los ciudadanos contra esas empresas concesionarias para la limpieza de Madrid también ha ido en aumento.
Si los presidentes de las compañías concesionarias se bajaran alguna vez de sus vehículos y escucharan a los madrileños sabrían lo que piensan de ellos por querer echar a más de mil trabajadores a la calle y rebajar los sueldos de quienes aún puedan conservar el empleo.
Lo que no es de recibo es que la capital de España parezca un gran basurero por el que las ratas empiezan a pulular y si no que la alcaldesa, sus concejales y los de las concesionarias se paseen por el centro de Madrid para comprobarlo.
La alcaldesa tiene que arreglar está situación ya exigiendo responsabilidades a las empresas concesionarias y evitando que esos más de mil trabajadores se queden en la calle.
Lo que no es de recibo es que a los ciudadanos de a pie se nos pida que ganemos menos, que nos rebajemos el sueldo, pero que las grandes empresas, como FCC y OHL lo son, se aprieten también el cinturón ganando menos. No es admisible que los ciudadanos estemos sufriendo las consecuencias de la crisis viendo como nuestro nivel de vida se ha ido rebajando por días y que las grandes empresas no tengan que aceptar que los beneficios que obtengan tienen que ser menores.
Madrid, ya digo, es el ejemplo de cómo la política de la reforma laboral, o sea del desempleo, y de las bajadas de sueldo, dan la puntilla a ese «mantra» de que la recuperación está ya está en puertas. Por ahora lo único que vemos en la puerta de nuestras casas es basura.
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Julia Navarro