viernes, abril 19, 2024
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Wert, el esperpento como método

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El ministro de Educación, José Ignacio Wert, tiene un largo historial de desencuentros con todos los sectores de la educación. Padres, alumnos, maestros, rectores. Ha impulsado una reforma educativa con el solo apoyo del Partido Popular, pensando, es verdad que una vez más, que un partido en el Gobierno puede imponer un modelo educativo a toda la sociedad, sin encontrar consensos con ninguno de los sectores implicados directamente en la educación.

Las quejas del mundo de la cultura a su gestión no han sido menores. Su histriónica actuación en muchas de sus declaraciones han tenido la habilidad de generar muchos problemas al Gobierno y su gestión está instalando una protesta permanente de la llamada «marea verde», que ha unido en sus movilizaciones a casi todos los sectores de la sociedad, afectados de una u otra forma por la agenda de este ministro. Está aprovechando el pretexto de la crisis para aplicar una contrarrevolución conservadora que restringe los derechos de alumnos y profesores y establece criterios elitistas, castigando a los alumnos que por su situación socioeconómica son acreedores a una beca. Los alumnos de pago no tienen requisitos para beneficiarse del gasto educativo, que cubre el estado en el ochenta por ciento de los costes académicos. Quienes por carecer de recursos optan a una beca no les basta con aprobar, se les sube la nota de corte hasta el 6,5 en vez de tener el requisito de aprobado, en el cinco que establecen las normas académicas.

Es urgente sacar a este individuo de un lugar en donde no debería haber estado nunca

Además de sus declaraciones sobre la «españolización de Cataluña» y otras perlas de este curioso personaje, que han atizado el fuego del conflicto catalán, da la sensación de que utiliza la provocación y el esperpento en su acción política, cada vez más aislada no solo de la sociedad sino del resto del Gobierno.

El paroxismo se ha producido con la decisión de suspender las aportaciones de su ministerio al programa Erasmus a los alumnos que ya se habían desplazado a sus universidades europeas. La medida, inédita, probablemente ilegal, e ilegítima, pretendía dar carácter retroactivo a la nuevas condiciones suscritas entre los alumnos de Erasmus y el estado.

Desde la Comisión Europea a las juventudes del PP, pasando por el propio grupo parlamentario, han protestado por esta increíble decisión que el ministro se ha visto obligado a rectificar en el plazo de menos de veinticuatro horas.

El padre de la reforma educativa más polémica de la transición ha demostrado con esta actuación póstuma que no es competente para ocupar un ministerio de tanta relevancia como es el de Educación y Cultura.

Es urgente sacar a este individuo de un lugar en donde no debería haber estado nunca. Y acabar con la tecnología del esperpento, la soberbia y la prepotencia de este ministro que no tiene cabida en un gobierno de un país que se respete a sí mismo.

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Carlos Carnicero

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