jueves, abril 25, 2024
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La metástasis de los servicios secretos

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Existe una transnacional de los servicios secretos que está cada vez más fuera de control de otras instituciones del Estado como el poder judicial y legislativo y que supone un desafio al mismo poder gubernamental y una amenaza para la democracia y la seguridad de las relaciones internacionales. Pensábamos, y lo seguimos pensando, que el principal responsable del espionaje masivo eran los EEUU a traves de su Agencia Nacional de Seguridad (NSA) pero ahora se está desvelando, gracias a los papeles de Snowden y a las labores de divulgación de algunos diarios, que había también connivencia y colaboración de otros servicios de países occidentales, tanto de los llamados «cinco ojos» (Australia, Canadá, Nueva Zelanda, Reino Unido, junto a EEUU) como de otros como Francia y España, en este caso  a través del CNI. Al parecer el CNI colaboró con los servicios secretos británicos en la interceptación de comunicaciones en España.

Si se consideran algo así como un tumor necesario del cuerpo político, debería evitarse esta metástasis

En los EEUU, mientras Kerry, el Secretario de Estado, reconocía que habían ido demasiado lejos en el tema del espionaje, el comité de inteligencia del Senado aprobaba una ley para reforzarlo, reconociéndose implícitamente que se ha perdido el poder de control sobre la «vigilancia de las comunicaciones» (sic). Si antes el argumento fue que todo el mundo espiaba a todo el mundo, ahora es el de la necesariedad e inevitabilidad del espionaje masivo, algo a medio camino entre no querer y no poder hacer nada, que da miedo. Esta situación de abuso de secretismo, de acuerdos transnacionales ocultos entre servicios secretos, de impunidad absoluta en que se desenvuelven estas actividades, sin control judicial oportuno, son claramente una amenaza para la democracia y la sociedad.

Que el CNI no haya hecho estas prácticas de espionaje en España, lo que está por ver, no importa mucho desde el punto de vista internacional pues los países víctimas sí que pueden protestar por haberse interceptado ilegalmente sus comunicaciones. En el caso de los EEUU más aún cuando el espionaje ha afectado a embajadas y a instituciones internacionales, las últimas, al parecer, el FMI y el Banco Mundial, con sede en Washington. En el caso de violaciones del derecho diplomático sí que podría recurrirse al Tribunal Internacional de Justicia.

No vamos a caer en la ingenuidad de pedir luz y taquígrafos para los servicios de inteligencia pero si se consideran algo así como un tumor necesario del cuerpo político, debería evitarse esta metástasis a la que estamos asistiendo; metástasis interesada que un autor como Sami Naïr ha relacionado con un «imperialismo digital» situando el espionaje masivo de los EEUU en el centro de la lucha por el poder mundial. En este sentido deberíamos agudizar las contradicciones proponiendo un tratado internacional para poner límites a los servicios secretos, al igual que existen convenios para luchar, por ejemplo, contra la delincuencia transnacional  organizada. De hecho Alemania está negociando para el año 2014 un «acuerdo de no espionaje» con los EEUU que, si fuera bueno, podría servir de modelo para un acuerdo multilateral. Al menos yo exigiría el trato de ciudadano más favorecido para mis comunicaciones personales.

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Julio Vives

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