Hemos entrado en el siglo XXI pero hay políticos que con sus mezquinas ambiciones de poder quieren que regresemos al siglo XIX. Nuestra Constitución consagra el principio de solidaridad como pilar esencial sobre el que descansa lo esencial de la obra noble del Estado.

Visto que los impuestos los pagamos los ciudadanos (no los territorios, como algunos pretenden hacernos creer), bien está que aquellas comunidades que más recaudan sean las que más aporten a la caja común. Al Gobierno central corresponde establecer el mecanismo de reparto procurando tener como norte las necesidades reales de unos y de otros. La necesidades reales, no las inventadas o exageradas por la política que intenta camuflar la mala gestión. Después viene la responsabilidad de los administradores del dinero en cada una de las CCAA Administración que debería estar sometida a un escrutinio puntilloso por parte de los ciudadanos cada vez que tenemos ocasión de acercarnos a las urnas. Juzgar a los políticos por sus hechos, no por sus dichos.

España es un proyecto común, una familia que sabe que históricamente no todos sus miembros han tenido las mismas oportunidades

Por desgracia, las cosas no van por ahí. Todo lo contrario. Las tensiones políticas que tantas energías restan al conjunto de España para ,entre otras cosas, salir cuanto antes de la crisis, tienen mucho que ver con los egoísmos articulados alrededor de los gobiernos autonómicos. Cataluña está en el primer plano con su permanente reclamación en materia fiscal y presupuestaria («España nos roba»-es uno de los lemas acuñados por los independentistas que hacen como que ignoran la parte de la Historia que no les da la razón), pero ne éste registro también respiran otras comunidades autónomas.

No hace tanto que desde la Junta de Andalucía reclamaban el cobro de la «deuda histórica». Y desde Madrid, sus gobernantes, recuerdan que esta comunidad que es la que más recauda y más dineros aporta a la caja común recibe, sin embargo, menos que Cataluña. Otro tanto sucede con Baleares, contribuyente neto. Estamos a la espera de la publicación de las balanzas fiscales pero por el camino ya hemos conocido algunos datos que reflejan cual es el mapa del reparto. No hay secretos.

Al margen de Navarra y el País Vasco que disfrutan de régimen propio, para el resto de las comunidades el reparto, como era sabido, es desigual. Reciben más dinero Extremadura o Cantabria que Cataluña o Madrid. Pero eso no debería escandalizar a nadie porque es el resultado del principio de solidaridad sobre el que se asienta el firme del Estado del bienestar.

España es un proyecto común, una familia que sabe que históricamente no todos sus miembros han tenido las mismas oportunidades ni han disfrutado de los mismos recursos. Sí se impone el: «¿Qué hay de lo mío?» – lema del egoísmo regionalista-, volveremos al siglo XIX; a los reinos de taifas. O,peor aún, a las luchas del Cantón.