jueves, abril 25, 2024
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Melendi, el cuarto rey mago

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Muchos todavía sólo le recuerdan por «el chocolate que más me pone», el anuncio que rodó para una marca de chocolatinas pero que para algunos era una apología de la drogadicción. Otros, como el tío de las rastas que parecía sacado de las películas de Cheech y Chong, donde la marihuana acaparaba todo el protagonismo.

Los unos y los otros le identifican como uno de los «coach» con los que ‘La Voz’ llegó a España, esa primera edición que hizo creer a la audiencia que «Operación Triunfo» había regresado del bául de los recuerdos, pero sin un Carlitos Lozano de por medio. Y también, por supuesto, como el traidor que se atrevió a dejar plantado a Bisbal y Vasile. 

Desde la próxima semana, esas mismas personas se preguntarán cómo es posible que haya cambiado asesorar a las futuras estrellas de la canción por una trouppe de pensionistas cuyo único futuro, por mucho optimismo que destilen, es contar los días gratis que todavía les quedan en este mundo.

Pese a todo, lo que pocos, muy pocos saben, es que tras esa pinta de pasar de todo se esconde algo más que un cantante y padre de familia. Melendi ha decidido donar lo que iba a ganar por ‘Generación Rock’ a instituciones encargadas de hacer la vida más feliz a los que no tienen nada. «Sólo quiero que algunos madrileños olviden la pobreza en la que viven las próximas navidades». 

A esos afortunados, «porque no puedo repartir el dinero entre todas las comunidades», les ha tocado ya el «gordo» navideño. Para ellos ya ha llegado Papa Noél y los Reyes Magos a la vez. El cantante, como no quería hacerlo público, accedió a contárselo a la prensa en la presentación de su nuevo programa. 

«Nunca me hace gracia que salgan a la luz pública estas cosas, para evitar suspicacias». Según ha confesado a este mismo periódico, «una donación no la hago porque sea la persona más buena del mundo sino porque gracias a Dios este año he tenido muchísimo trabajo y lo hago por coherencia, por devolver un poco de todo lo que he tenido este año», dijo sin bajar la voz.

A este hombre, en vez de un Grammy u otro Ondas deberían concederle la presidencia de Cáritas, tendrían que hacerle un monumento. A él y a esa SGAE solidaria que, según los productores, ha ayudado al programa con los equipos técnicos, se los ha prestado de manera desinteresada, y hasta les dejó sus instalaciones para que pudieran rodar en las mismas, y sin cobrarles un euro. Quizás en la factura de los derechos de las canciones que se van a entonar en el programa sean ya otra cosa. 

Viva el desinterés propio, viva el pensar por los demás. Todos sabíamos que en este país hay muchas personas buenas. Gracias a TVE las estamos descubriendo.

La mosca de ajuste

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