jueves, abril 25, 2024
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Los coaches de «La Voz» ya huelen mal

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Están creando escuela, pero para mal. A ver cómo una madre le intenta inculcar ahora a su hijo que todos los días tiene que cambiarse de ropa para ir como un pincel cuando contemplan cada lunes cómo Bisbal, Malú, Rosario y Antonio Orozco llevan cinco semanas sin cambiarse de vestimenta, y, como piensan en sus elucubraciones mentales, con la misma ropa interior.

Vale que las audiciones a ciegas son grabadas y que aunque las hacen en seis jornadas distintas les mantienen el atuendo para poder editar luego los programas a su antojo (a lo mejor un día han cogido a todos y otro a ninguno y eso hay que mezclarlo), pero sin duda que muy mal ejemplo están dando con no habérsele ocurrido a la producción del programa disponer de vestimentas diferentes para cada «x» canciones (una paradita para ir no sólo a mear o tomarse un piscolabis sino también a cambiarse de ropa). A fin de cuentas tampoco nadie iba a poner el grito en el cielo por ver cómo cada cierto tiempo salían diferentes (y si no que la producción hubiera estado más viva a la hora de no dejar para un día a todos los supuestamente buenos y para otro a los que desafinaban).

En un formato como éste, de los que menos mira el dinero a la hora de la puesta en escena del mismo, digo yo que habría presupuesto para seis camisetas para cada uno de los chicos y seis vestidos, faldas o traje pantalón (lo que prefirieran) para las chicas. O si no que se los hubiera traído cada uno de su casa, donde ahí sí es de suponer que el armario estará lleno. Que tampoco es una gran molestia con el dinero que les pagan.

Ver la cutre camiseta de «Batman» de Bisbal cinco semanas seguidas, y la que falta por venir, o el chaleco con «piedras preciosas» de Rosario, el vestido de mercadillo de Malú o el chalequito de Orozco, que parece sacado de «Palabra de gitano», es una «cochinada» para aquellos espectadores que desconocen que se graba y luego se edita, y algo cuando menos desagradable para los que sí están al tanto. Para los amantes del estilismo es simplemente una ordinariez.

Claro que lo mismo podría decirse del presentador. Por muy bien que le quede el traje a Jesús Vázquez, tampoco habría estado de mal que, al estilo de Mercedes Milá en «Gran Hermano», lo hubiera ido alternando con otros que, como aquella, seguro que tampoco les hubiera importado crear a cualquier escuela de diseñadores de moda. Con cosas como ésta también se da ejemplo, y no tiene por qué ser del malo.

La mosca de ajuste

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