En las relaciones internacionales suele haber oscilaciones de ambiente en función de las políticas exteriores de las grandes potencias, alternándose períodos de tensión, incluso a veces, extrema, con tiempos o zonas de distensión como la que parece haberse inaugurado con los recientes acontecimientos relativos a la destrucción o el control de los programas químico y nuclear de Siria e Irán, dos países clave en el tablero de Oriente medio.
Es cierto que parte de las causas del viraje en la política exterior de los Estados Unidos tienen su origen más en la debilidad interna del presidente que en firmes convicciones ideológicas sobre el papel de la diplomacia en la solución pacífica de diferencias, que también existen. Se dirá también que las soluciones adoptadas hasta ahora –en Siria particularmente- no ponen fin a la guerra civil –e internacionalizada- en curso. Que la Resolución 2118 del Consejo de Seguridad, de 27 de septiembre de 2013, que curiosamente lleva por título «la situación en el Oriente Medio», será muy difícil de aplicar. Que la misma resolución convierte a Rusia en el árbitro del desarme químico de Siria. Que las potencias involucradas en los conflictos, también Irán e Israel, van a tener muchas resistencias internas al cambio pacífico (el Congreso de los Estados Unidos no parece que esté por la labor). Que el conflicto de Palestina –Territorios Ocupados por Israel-, no está en la vía de solución que todos desearíamos. En la resolución sobre Siria sólo tímidamente se apunta que las personas responsables del empleo de armas químicas deben rendir cuentas de sus actos de manera que el castigo del crimen del 21 de agosto queda aplazado en aras del proceso político.
Hay motivos para ser optimista y no sólo porque Obama haya llamado por teléfono al presidente de Irán
Siendo estas apreciaciones ciertas, creo que hay motivos para ser optimista y no sólo porque Obama haya llamado por teléfono al presidente de Irán Hasan Rohaní. No debemos olvidar que también el estancamiento de las relaciones entre Estados Unidos e Irán venía de muchos años y había mucha tensión acumulada; que la situación en Siria estaba realmente estancada después de más de dos años de guerra, que la eliminación de sus armas químicas aún a largo plazo es una buena noticia y que está a punto una nueva tanda de negociaciones en el tema de Palestina. Otra manera de ver las cosas es considerar que la amenaza de la fuerza, en el caso de Siria, y las sanciones económicas, en el caso de Irán, han surtido efecto en un plazo corto y largo, respectivamente y que, por tanto las políticas coercitivas que vienen del lado de los halcones realistas son las que salen ganando puntos, más que la diplomacia wilsoniana (por el presidente Wilson, uno de los impulsores de la Sociedad de Naciones después de la Primera Guerra Mundial) del Nobel de la Paz Barak Obama.
Sea como fuere, es en estos momentos de distensión cuando la ONU sale reforzada, mostrándose como un centro de cooperación internacional, de promotor de estabilidad y de búsqueda de la paz. Hasta el presidente del gobierno quiere a España en uno de los puestos rotatorios del Consejo de Seguridad. Actualmente está en marcha una discusión abierta sobre la difícil reforma del Consejo para dotarlo de mayor representatividad, la cual es funcional respecto a la legitimidad de las medidas que puede adoptar particularmente sanciones que pueden incluir el uso de la fuerza. África, Asia y América Latina deberían contar con puestos permanentes –aunque fuera sin veto- para mejorar la calidad de la gobernanza global en un mundo multipolar –sin liderazgo dicen los escépticos- donde no puede ignorarse a potencias regionales como Brasil, o La India. La llave de esta apertura de la organización mundial la tienen, de nuevo, los miembros permanentes del Consejo de Seguridad.
Estrella Digital respeta y promueve la libertad de prensa y de expresión. Las opiniones de los columnistas son libres y propias y no tienen que ser necesariamente compartidas por la línea editorial del periódico.
Julio Vives