sábado, abril 20, 2024
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Mamá, no quiero ser político

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Hace años, un profesor le dijo a uno de sus pequeños alumnos que no descartara acabar siendo sacerdote. Y el chaval respondió: ‘¡antes que cura, notario!’. Ignoro qué monstruosidad veía él en la profesión de notario que le alarmara tanto o que le pareciera comparable a la de sacerdote. Tal vez era un visionario, porque como ahora a Gallardón se le ha ocurrido que los notarios puedan descasar a las parejas que lo deseen.

Cuando le preguntas a un niño qué quiere ser cuando sea mayor, la mayoría responde que no lo sabe. Y así entran muchos en la Universidad sin saber qué quieren hacer con su vida. Y por eso, tras un primer fracaso en una ingeniería, alguno se pasa a la Filosofía o el Derecho y acaba en Informática si acaba, claro.

¿Hay menos vocación o más marketing? Una reciente encuesta de Adecco, señala que el 36 por ciento de los niños varones (frente a un 29,8 de 2012) quieren ser deportistas, sobre todo futbolistas. No es de extrañar. No sólo son los más populares sino, sobre todo, los que más ganan. Es cierto que también muchos de ellos son personas honestas, luchadoras, competitivas, modestas y solidarias. Pero también los hay tramposos y soberbios.

Sólo cuatro de cada cien niños quieren dedicarse a la política, lo que no es de extrañar visto cómo está la política

La encuesta no aclara los motivos, pero apunta que han descendido del 23,6 al 13 por ciento los que quieren tener una profesión relacionada con las ciencias. También es razonable porque los científicos españoles no es que no tengan futuro, se están quedando sin presente, por causa de los recortes permanentes en una actividad que marca si un país quiere ser de primera división o hay que descenderlo por quiebra.

Pero quizás lo más llamativo es que detrás de los deportistas y de los científicos, se sitúan los policías (5,6), los ingenieros ((5,3), los médicos (4,9) y los políticos (4,4). Esto tiene dos lecturas: sólo cuatro de cada cien niños quieren dedicarse a la política, lo que no es de extrañar visto cómo está la política. Pero, ¡todavía hay cuatro de cada cien niños que quieren ser políticos a pesar del desprestigio en que la están dejando los detentadores de la cosa pública!

Me ahorro comentarios que a todos se nos ocurre sobre los motivos ocultos, o no, de estos niños que aspiran a ser políticos. Y añado otro dato tal vez más importante. Por detrás de los que quieren ser políticos están los que quieren ser profesores. Menos mal que un 23 por ciento de las niñas quieren dedicarse a la enseñanza, después a la veterinaria y luego, a la medicina, a la peluquería y a la policía. Y todavía hay menos mujeres que piensen en la política como la dedicación de su vida. Las mujeres casi siempre van por delante de los hombres.

Ellos y ellas creen que la solución a la crisis pasa por cambiar a todos los políticos que hay ahora en España (de todos los partidos), bajarles el sueldo, quitarles las dietas y suprimir los coches oficiales. Los niños piensan como muchos mayores. Tal vez si se fueran todos los que están no pasaría nada. O sí. Sería bueno que los políticos aprovechen el verano para reflexionar sobre la esencia de su trabajo. O cambian o les cambian.

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Francisco Muro de Iscar

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