viernes, abril 19, 2024
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Rajoy, en «credibilidad vigilada»

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El Presidente de Gobierno, Mariano Rajoy, ha fiado su defensa a su palabra. La literalidad de sus afirmaciones en el Congreso contiene algunos puntos de ambigüedad calculada. Pero la interpretación de sus compromisos es bastante explícita. Convirtió sus silencios en adeudos y nombró a Bárcenas por su nombre. Rubalcaba, que siempre tiene ingenio en sus titulares, sentenció que Bárcenas pretendía ser para Rajoy nada más que «el tesorero infiel». Rajoy pretendió transmutarse en víctima de su bonhomía. Él siempre defiende a los suyos. No apoyó a un «presunto culpable», sino a un «falso inocente». ¡Conmovedor! El lenguaje, siempre el lenguaje. Llegados a este punto, Mariano Rajoy está en «credibilidad vigilada» por cada una de sus afirmaciones en sede parlamentaria. Si los acontecimientos contradicen sus aseveraciones, se tendrá que marchar. Me imagino que habrá hilado muy fino.

Mariano Rajoy está en «credibilidad vigilada» por cada una de sus afirmaciones en sede parlamentaria

El PP y todos sus aliados mediáticos quieren establecer la disyuntiva de que en este asunto se está con Bárcenas o con Rajoy. Con un delincuente, a quien ni siquiera conceden el condicional de «presunto», y un honorable presidente del Gobierno, que es un hombre honesto y cabal. ¡Demasiado fácil!

La elección no está entre dos hombres. La elección solo depende del crédito y fiabilidad de los hechos. Y hasta ahora, lo único que ofrece Rajoy es su palabra frente a unos hechos tozudos. La defensa de Bárcenas y sus mensajes de apoyo, cuando todo el mundo sabía ya que el tesorero del PP había atesorado mucho dinero en Suiza es, en sí misma, letal. Mientras Bárcenas guardó silencio, era un presunto inocente. Cuando habló, se convirtió en culpable.

La clase de derecho político que pretendió dar Rajoy en el parlamento está sepultada por su trayectoria personal y la del PP. Ni la sentencia del Tribunal Supremo sobre el 11-M detuvo las insidias del PP sobre la autoría del atentado. El caso GAL determinó que el PP no solo se fió de excomisario Amedo, sino que lo jaleó. El «váyase señor González» no estaba apoyado por ningún sms del presidente socialista al comisario Amedo.

Así las cosas, el tema no se ha terminado. Richard Nixon mintió, se enroló en la mentira y dos años y medio después tuvo que dimitir. Mariano, sencillamente, está en «credibilidad vigilada». Me temo que este asunto no está acabado.

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Carlos Carnicero

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