viernes, abril 19, 2024
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No es sólo la política

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El Papa Francisco ha reclamado en la JMJ de Brasil «rehabilitar la política como la forma más alta de la caridad» y «una visión humanista de la economía y de la política que logre cada vez más y mejor la participación de las personas, evite el elitismo y erradique la pobreza. Que a nadie la falte lo necesario y que se asegure a todos dignidad, fraternidad y solidaridad»… El Papa habló en Brasil del «diálogo constructivo», del «sentido ético» como «un desafío histórico sin precedentes» y de la «vinculación moral con una responsabilidad social y profundamente solidaria». «Los gritos que piden justicia se escuchan todavía hoy» resumió rotundo.

Hay que aceptar el reto «franciscano» y tener el coraje de ir contracorriente

¿Le escucharán los políticos de América y de Europa, los nuestros, los dirigentes occidentales para que se decidan de una vez a rehabilitar esa política mendaz, insolidaria, trufada de corrupción, que desacredita indiscriminadamente a todos sus partícipes? ¿Se darán cuenta de que o cambian y miran a los ciudadanos, especialmente a los más desfavorecidos, a los excluidos o los ciudadanos les abandonarán a ellos? ¿Serán capaces de olvidar sus prejuicios, sus pequeños y partidistas intereses y buscar acuerdos que beneficien a los ciudadanos, los legítimos destinatarios de una política digna de tal nombre? «Cuando los líderes de los diferentes sectores me piden un consejo, dijo el Papa, mi respuesta es siempre la misma: diálogo, diálogo, diálogo, el único modo de que una persona, una familia, una sociedad, crezca. La única manera de que la vida de los pueblos avance es la cultura del encuentro«. Una actitud que el Papa Francisco define como «humildad social». ¿Humildad en política?

Francisco I está tratando de cambiar muchas cosas en la Iglesia y todos debíamos apoyar este cambio, que sólo será profundo y renovador si se emprende al tiempo desde arriba y desde abajo. «La Iglesia tiene que salir a la calle» ha dicho también el Papa y tal vez los no católicos que tanto le han alabado hasta ahora, si eso se produce sin miedos, sin temores, con un compromiso real, no aplaudan con tanto «fervor». Si la Iglesia deja de estar encerrada en sí misma -las razones de los que se alejan contienen los motivos de su retorno-; si da un papel más relevante a los laicos y especialmente a las mujeres; si abandona el clericalismo y la comodidad; si es fiel al exigente mensaje evangélico; si apuesta por la solidaridad; si cree en los jóvenes y no abandona a los ancianos, volverá a ser luz del mundo. No es fácil, pero todo indica que Francisco I está dispuesto a hacerlo.

Así que lectura y meditación para políticos, para clérigos, para creyentes y para todos. Para los que deciden y para los que sufrimos sus decisiones. Hay que cambiar la forma de hacer política y la forma de vivir. Hay que aceptar el reto «franciscano» y tener el coraje de ir contracorriente. Hay que volver a los valores desde esa imprescindible «humildad social» para que el grito de los que reclaman justicia sea escuchado. No es sólo la política lo que debe cambiar.

Francisco Muro de Iscar

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