viernes, abril 19, 2024
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Censura tramposa

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Lo que más indigna del caso Bárcenas, además de que un sinvergüenza se lo haya llevado crudo y que pueda esconder un caso apestoso de financiación ilegal, del Partido Popular, es que esto sucede en un momento donde los ciudadanos lo estamos pasando especialmente mal, ya no sólo por los recortes, sino por la subida de impuestos, la bajada del nivel de vida y sobre todo por esa escandalosa cifra de los 6 millones de parados.

Este escándalo político de primer orden, en el que está inmerso el PP, monopoliza absolutamente debate político y mantiene también bloqueada la acción del gobierno lo cual resulta especialmente grave.

El asunto Bárcenas no se puede liquidar con un par de respuestas a vuelapluma

El presidente del Gobierno puede hacerse todas las fotos que quiera con los empresarios de este país y aun siendo un asunto importante recibir el respaldo de quienes deben crear puestos de trabajo, una cosa no quita la otra. El asunto Bárcenas, por mucho que se empeñen en Moncloa o en Génova, no se puede liquidar con un par de respuestas a vuelapluma, sino que requiere explicaciones serias y, aunque no estaría mal que fuera en sede parlamentaria, a mi me daría igual cualquier otro formato que permitiera aclarar todas las dudas.

Finalmente para combatir el silencio del presidente, Rubalcaba ha optado por anunciar una moción de censura si el próximo día 24, en la Diputación permanente del Congreso, el PP se opone una vez más a la comparecencia de abajo. La moción, de presentarse, se haría en los últimos días de Julio o a principios de Agosto con media España de vacaciones, lo cual podría quedarse en algo de consumo interno de los políticos y de escasa eficacia.

Pero más allá de esto presentar una moción de censura, un recurso de esta importancia política, requiere de algunos elementos que no se dan en este caso. Según las reglas que figuran en el reglamento del Congreso la moción debe incluir, lógicamente, un candidato a la presidencia que plantee el programa político de gobierno que piensa formar por si, finalmente es elegido. Entonces ¿Por qué Rubalcaba insiste en que no quiere ni puede sustituir a Rajoy? Precisamente en su explicación está la trampa y el por qué una moción de censura no se debería plantear en esos términos, ni tampoco posiblemente en este momento. Si esta moción no sirve, como le sirvió a Felipe González en el 80, para dar un vuelco político no tiene ningún sentido plantearla y tiene el riesgo de convertirse en un remedo de aquella patética actuación del entonces líder de la oposición Antonio Hernández Mancha en el 87.

Las reglas no dicen si el presidente censurado está obligado a intervenir ni siquiera a asistir

De entrada, como se ha recordado estos días no sabemos si Rubalcaba va a ser o no candidato de su partido en las próximas elecciones. Entonces, si no es el candidato, no tiene programa y no tiene capacidad por el número de diputados que representa para ganar la moción ¿Por qué quemar ese arma parlamentaria, cuando aun se ha llegado al ecuador de esta legislatura? Mucho me temo que si esta moción se llega plantear no va ser una moción de censura contra Rajoy si no la moción de la corrupción de todos y contra todos. En ese debate además el caso Bárcenas van a salir a relucir los trapos sucios de todos. Los ERES del Andalucía, la condena del caso Palau que demuestra la financiación ilegal del partido de Artur Mas y una larga y jugosa lista de etc. con corruptelas de todo tipo de todos los partidos. Su señorías se van a poner a gusto porque tienen porquería de todos los colores ideológicos, pero lo que es censurar sólo van a censurarse los unos a los otros.

Lo correcto, lo sensato y lo más inteligente es que el presidente del Gobierno diera las explicaciones pertinentes, que fuera al Parlamento y que nos evitáramos el bochorno de ver cómo se utiliza la moción para acercar, cada uno, el ascua a su sardina. El remate de este sainete es que es la reglas no dicen si el presidente censurado está obligado a intervenir ni siquiera a asistir, con lo que se podría dar la paradoja de ir a una censura contra Rajoy pero sin Rajoy. Eso sería el esperpento final.

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Esther Esteban

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