jueves, abril 25, 2024
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Hartos del loro

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Con las lúgubres predicciones de la OCDE para España: nos espera otro año de recesión; con los impuestos más altos desde que se pagan impuestos y con más de 25.000 millones de euros de déficit en el primer cuatrimestre del año, el Gobierno, las autonomías, los ayuntamientos, las diputaciones, los cabildos, las empresas públicas, no pueden seguir repartiendo subvenciones a diestro y siniestro. Hay que suprimir o reducir este tipo de partidas de gasto. Suprimir, por supuesto, las «embajadas» políticas abiertas por las comunidades autónomas en capitales de países en los que existe una Embajada de España y en las que tenemos una sección comercial con una agregado al frente, pero también revisar el criterio y la cuantía con la que se subvencionan a determinadas ONG siendo muy estrictos e imparciales a la hora de verificar si cumplen los objetivos sociales que las hacen acreedoras a las ayudas del Estado con cargo a un Presupuesto que se nutre de los impuestos que pagamos los ciudadanos.

Es hora de recorte y mejor aún, de poda

Los asfixiados ciudadanos que trabajamos para Hacienda más de la mitad de los días del año: 186, de promedio. También es hora y hay urgencia en revisar -para no repetir el error- determinadas partidas de gasto comprometidas con organismos internacionales en tiempos pasados. Estoy pensando en los alegres patrocinios decididos por Rodríguez Zapatero a la llamada Alianza de Civilizaciones -un brindis al sol-; o a las secciones de la ONU en las que han hallado una bicoca plurianual algunas de las ministras del Gobierno anterior. Es hora de recorte y mejor aún, de poda. Por eso, pese a la oposición del PP y del PSOE, también habría que suprimir las subvenciones a las contratas de las cafeterías del Senado y el Congreso y a las instaladas en todos los parlamentos autonómicos y las que operan en todos los canales de televisión de titularidad pública. Que son muchas. Suprimir, también, las subvenciones a la vivienda de diputados y senadores en aquellos casos en los que los parlamentarios dispongan de casa propia en Madrid o en las capitales de las diferentes comunidades autónomas.

Hay que reducir el número de coches oficiales y recortar drásticamente el número escandalosamente elevado de asesores de ministros, secretarios de Estado, consejeros autonómicos y concejales. Sólo en el Ayuntamiento de Madrid están censados 220 asesores algunos cobrando más de 3.000 euros al mes. La suma de todo son muchos millones. Para quienes puedan pensar que lo de las subvenciones a las comidas, los cafés y las copas de los parlamentarios -los estatales y los autonómicos- es el chocolate del loro, habría que emplazarles a que hablen con la gente. Que escuchen lo que opinan los ciudadanos. Comprobarán lo hartos que están del loro que no se cansa del chocolate. Hartos del loro y de la falta de sensibilidad de los políticos que defienden este tipo de gabelas.

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Fermín Bocos

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