En España, los partidos políticos se han convertido en organismos piramidales en los que todo gira alrededor del vértice de la pirámide y todo se cuece en uno de los registro más bajunos de la política: el culto a la personalidad del jefe. Frente al discurso oficial, el discrepante es visto con malos ojos; tachado de verso suelto. En presencia de una voz disidente los corifeos del poder sufren y exteriorizan hasta llegar al aspaviento su adhesión inquebrantable al mandarín de la organización. Quien se aparta del discurso oficial arriesga su carrera política porque con la vigente Ley Electoral quien quita y pone nombres en las listas no son los electores, son los jefes de los partidos. El que se mueve no sale en la foto, como bien sabía Alfonso Guerra cuando dejó que se le atribuyera tan aguda maldad.
La rima libre más sonora ha sido la de Aguirre, quien justifica la subida de impuestos a la espera del crecimiento
La crónica política de estos días nos ha deparado dos casos de políticos que, cada uno en su estilo, se han ganado la condición de «verso suelto». La rima libre más sonora ha sido la de Esperanza Aguirre, líder de los populares madrileños y discrepante del discurso oficial de Mariano Rajoy quien, como se sabe, justifica la subida de impuestos a la espera del crecimiento económico. Mirando al ministro de Hacienda (Cristóbal Montoro), Aguirre les ha recordado lo que decía el programa electoral con el que el PP ganó las elecciones: bajar los impuestos reanima la economía y acelera el crecimiento. Desde que lo dijo en la sede del partido y lo repitió después en la Cope, los corifeos mediáticos del poder la han puesto de chupa de dómine.
Son los mismos que también ponen a parir a José Antonio Monago, presidente popular de Extremadura, por decir que en vez de subir los impuestos los va a bajar y por no estar de acuerdo con la doble vara de medir del Gobierno que exige austeridad a las autonomías que se han ajustado el cinturón para alcanzar el objetivo de déficit marcado por el ministro de Hacienda, mientras que para otras -que no han cumplido- no rige la norma. Tengo para mí que al margen de la cuestión concreta que da pie a estos casos, que en el seno del partido del Gobierno se dejen oír voces que discrepan del discurso único para salir de la crisis, es una saludable prueba de vida democrática. Vida de la que está más que necesitada la vida política española.
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Fermín Bocos