viernes, marzo 29, 2024
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Primarias y democracia en el PSOE

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En mi anterior artículo señalaba el peligro de la deriva presidencialista. Aplicar la mecánica de las primarias para elegir al secretario/a general del PSOE sin establecer unos requisitos previos puede propiciar que, de hecho, no se articulen orgánicamente las distintas posiciones ideológicas representativas en el Partido. Decía que las primarias son necesarias para movilizar a la organización y fomentar la participación política pero que, en realidad, dicho método de elección no resuelve los problemas sustantivos de la democracia interna en el PSOE. La última etapa del período de Rodríguez Zapatero es el mejor exponente de lo que estoy afirmando.

El PSOE es un partido plural y tiene el deber de plasmar en su estructura orgánica esa pluralidad ideológica

No sólo queremos que militantes y afiliados participen como electores en un proceso de primarias abiertas, sino también queremos una democracia de mayor calado en la toma de decisiones. El PSOE es un partido plural y tiene el deber de plasmar en su estructura orgánica esa pluralidad ideológica. Ello supone un profundo cambio de cultura: el que gana no puede ganarlo todo y el que pierde no puede perderlo todo. Por tanto, el primer compromiso de cualquier candidato debería ser: «Si gano, me comprometo a enriquecer la democracia interna y respetar los distintos planteamientos ideológicos que hay en el seno del Partido».

Como observarán estoy hablando de un proceso de elección directa para elegir al secretario/a general. ¿Quiénes podrán participar? Sin duda, los afiliados y militantes que estén al corriente de pago. Además, tendríamos que considerar la posibilidad de que puedan ser electores los simpatizantes. En principio, es mucho más indicado que éstos participen en la elección a candidatos/as a las elecciones generales, autonómicas y municipales. No obstante, el Comité Federal tendría que ser el organismo que debata esta cuestión. En todo caso, si el Comité Federal aprobase que los simpatizantes también puedan ser electores, éstos deberían cumplir el siguiente requerimiento: por un lado, que aportaran un euro como mínimo para sufragar el coste del proceso electoral y, por otro, que firmaran una declaración pública en la que reconozcan los valores y el proyecto socialista.

¿Quiénes podrán ser candidatos/as a secretario/a general? Aquellos y aquellas compañeros/as que obtengan un aval de al menos el 15% de los miembros del Comité Federal (con un máximo del 20% de avales) o de al menos un 10% de los militantes y afiliados (con un máximo del 15% de avales). En caso de haber más de dos candidaturas, la elección se tendrá que producir mediante un sistema de doble vuelta. En estas circunstancias, se designará secretario o secretaria general el compañero/a que obtenga más del 50% de los votos en la primera vuelta y si ninguno obtiene este apoyo, entonces se celebrará una segunda vuelta al cabo de dos semanas. Sólo pasarán a la segunda vuelta aquellos/as aspirantes que hayan obtenido el mayor número de votos.

A efectos de garantizar la máxima pulcritud democrática e imparcialidad del proceso electoral deberá crearse un organismo ad hoc (llámese como se quiera) elegido entre los miembros del Comité Federal (siete compañeros/as, por ejemplo) con el fin de interpretar, aplicar y desarrollar el Reglamento de Primarias que fuera aprobado por el Comité Federal.

Es hora de recuperar el valor de la política, es tiempo de la democracia en los Partidos y de esforzarnos en prestigiar el pluralismo en la izquierda

Hasta aquí el mecanismo de elección para secretario/a general. Sin embargo, quien gane, como dije, no debe ganarlo todo. Con el fin de asegurar una mayor democracia interna, pienso que quien vaya a liderar el partido tiene que hacer una Ejecutiva que plasme la pluralidad interna. Por ello, en mi opinión, lo correcto sería que las personas designadas por él o ella en la Comisión Ejecutiva nunca sobrepasen el 40% de la misma y el restante 60% sean elegidos conforme a la representación interna. Asimismo, para formar parte del 60% de dicha Ejecutiva se requerirá un mínimo del 15% de apoyo de los militantes y afiliados. De esta manera se garantizaría que las distintas posiciones ideológicas tuvieran representación en los órganos de toma de decisión y que éstos fuesen más abiertos, deliberativos y democráticos. En consecuencia, quienes vayan a formar parte de la Comisión Ejecutiva deberían subscribir públicamente la siguiente declaración: «Me comprometo a respetar las distintas posiciones ideológicas que se manifiesten en la Ejecutiva, a participar en los debates y, si fuera el caso, aceptar el resultado del voto mayoritario en las cuestiones planteadas«.

Entiendo que dar un paso de este tipo no es fácil pero no es un salto en el vacío. Consiste en instituir un doble mecanismo de elección: por democracia directa se votaría al secretario general y por vía indirecta al resto de los cargos orgánicos. Las personas elegidas tendrían el mismo grado de legitimidad de origen. Creo que es una buena iniciativa para evitar los posibles hiperliderazgos, la pendiente presidencialista, dinamizar la vida interna del Partido e incentivar la participación ciudadana en la política. Es hora de recuperar el valor de la política, es tiempo de la democracia en los Partidos y de esforzarnos en prestigiar el pluralismo en la izquierda.

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Mario Salvatierra

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