viernes, abril 26, 2024
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Reivindicando el Dos de Mayo

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Resulta sorprendente que el Dos de Mayo sólo se celebre en la Comunidad de Madrid. Muy sorprendente. No entiendo cómo uno de los hechos más importantes que han sucedido en España a lo largo de toda su historia sea, simplemente, una fiesta autonómica de Madrid. El cainismo y el catetismo español pueden llegar a ser infinitos.

Y es que, nos guste o no, el Dos de Mayo en España es equiparable a la toma de La Bastilla en Francia. Algo de todos los españoles. Porque aquello fue un gesto de dignidad enorme que hizo pasar a España de la edad de los reyes absolutistas a la modernidad de lo que conocemos como nación española.

Gracias a la grandeza de aquellos quinientos muertos a manos del más formidable ejercito conocido hasta la fecha, un pueblo entero se levantó en armas y combatió con honor, como si fuese un solo hombre, por una tierra que pasó de estar compuesta por reinos a ser una sola nación.

Porque aquel Dos de Mayo fue el sentimiento vivo y claro de pertenencia a una nación, mucho más ambicioso que el de pertenencia a Madrid.

Porque aquel Dos de Mayo fue el sentimiento vivo y claro de pertenencia a una nación

¿Qué pasó después para que haya quedado en algo tan simple, con el debido respeto, a la fiesta autonómica?

No lo sé. Dicen los historiadores que ha habido de todo. A lo largo del siglo XIX la conmemoración del Dos de Mayo constituyó un toque de rebato de las masas populares en su lucha por una España mejor, más avanzada, más libre y más justa y alcanzó particular relieve y respaldo gubernamental en los períodos del liberalismo avanzado: 1820- 23, 1837-43, 1854-56, 1868-74. No fue así en el absolutismo fernandino, la década moderada de 1844 a 1854 y la Restauración.

Ya en el siglo XX el Dos de Mayo de 1808 fue especialmente recordada con emoción en el Madrid de la guerra civil de 1936-39, principalmente en la propaganda del partido comunista. Curiosamente, lo mismo que pasaba en el banco franquista. Pero en la dictadura dejó de ser fiesta nacional.

Hoy, nadie se acuerda que el Dos de Mayo de 1808 constituyó el inicio de la primera guerra revolucionaria de los tiempos modernos. Hoy, incluso, la progresía desprecia aquella heroicidad y se siente pro-francés, lo que no deja de ser el colmo del anti-patriotismo. Luego, se lleva las manos a la cabeza con la invasión de Irak o Afganistán. Los progres son así. El concepto nación que surgió de allí es ahora cuestionado y cuestionable. Aunque sea a costa de la propia identidad de España.

Hoy, nadie quiere reconocer que aquel Dos de Mayo dio paso a la Constitución de Cádiz. Constitución Alfa de todas las libertades actuales en España.

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La sonrisa de la avispa

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