jueves, marzo 28, 2024
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Monarquía holandesa y española

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Abdicación y coronación por propia voluntad. La continuidad dinástica asegurada de forma leal en tiempo real y con los personajes que la deciden conscientes, vivos y atentos a las razones que los motivan y a las causas que estas producen. Es la monarquía holandesa, que asegura su futuro instalándose en él. No hay institución más veterana, excepción hecha de la Iglesia Católica, en la Europa occidental que la monarquía sanguínea. Por ello, probablemente, aprenden y se adaptan con velocidad a las evidencias de cadatiempo.

La casa Real está afectada de una especie de aluminosis que corroe sus estructuras más importantes

Aquí parece que siempre es más difícil lo que debería ser evidentemente sencillo. Los monárquicos más conspicuos se esmeran en atribuir normalidad a la situación actual de nuestra Casa Real, pero es una quimera, un intento vano. La casa Real está afectada de una especie de aluminosis que corroe sus estructuras más importantes, dejando el edificio de la Corona al descubierto, de tal forma que cualquiera pude ver lo que los exegetas del rey se empeñan en negar.

La caída del Rey en Botsuana, la estúpida apología de su fortaleza, el ridículo número de su hospitalización, son hechos visibles de que ‘la primera familia’, según el argot norteamericano, padece los rigores de un agotamiento que se reproduce, cuando no se ceba, en la institución.

Pero con todo, obviando el decepcionante matrimonio de la hija mayor, lo más grave no es que el marido de la segunda sea un presunto delincuente y un evidente golfo, sino que se vaya descubriendo la gelatina pegajosa en la que se asentaba el tiempo disponible de todos y cada uno de ellos, haciendo golferías, banalidades, aprovechándose de sus cargos, convertidos en una suerte de oportunistas y desvergonzados que se jactaban – el duque empalmado – de su posición por encima del la vida y el destino de los españoles.

Si se llega a demostrar que el Rey recibía a dignatarios opersonajes en función de las comisiones cobradas por su yerno, la abdicación real no sólo será un bien caritativo con su propia trayectoria, sino una demanda objetiva de un país que no está, bajo ningún criterio, al servicio de esta feria de vanidades que rodea a la Zarzuela y a sus ambiciosos personajes. Todos ellos, por cierto, en línea de sucesión para ocupar la jefatura delestado.

Set monárquico, hoy, implica algo más que gritar viva el Rey.

Editorial Estrella

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