Los familiares y amigos de Yolanda González, asesinada por Hellín Moro al frente de un ‘comando’ criminal del llamado Batallón Vasco Español, se han reunido con los grupos políticos del parlamento vasco con el fin de lograr una declaración institucional sobre las relaciones del asesino con el estado descubiertas por José María Irujo, periodista del El País.
Es una buena noticia que la política oficializada en las cámaras parlamentarias aunque no sea capaz de tomar la iniciativa si tenga al menos la sensibilidad de entender la reacción ciudadana y social e interpretar el carácter ético de una propuesta justa, para respaldarla como se merece.
Nueva oportunidad para que el sistema se higienice y ponga fin a este insulto a la familia y amigos de Yolanda
Ojalá sea así, y que el parlamento vasco adopte por unanimidad una resolución que ponga coto, al menos formalmente, a la impune libertad con la que se pasea un criminal confeso, y no arrepentido, un integrante de una trama de extrema derecha, un mercenario del crimen, especializado en técnicas de criminalística, que si bien aparenta formar técnicamente a los miembros de las fuerzas de seguridad quién asegura que no establece, al mismo tiempo, vínculos doctrinarios para sus fines ideológicos, los que nunca ocultó y por los que nunca pago la justa cuenta que hubiera merecido afrontar.
Que nadie olvide que Hellín surgió de las entrañas de la policía franquista y que a través de ellas se ha mantenido vivo y bien alimentado desde aquella madrugada del mes de febrero de 1980. Que nadie olvide que el asesino se ha beneficiado de una red de intereses de la que ha participado con indiscutibles beneficios durante una travesía de treinta y tres años: con apoyo judicial, con apoyo policial, ¿con apoyo político? Ojalá no sea así.
El caso es que se abre una nueva oportunidad de naturaleza política e institucional para que el sistema democrático se higienice en su parte más oscura, descubra las razones y las relaciones del criminal con sus protectores o contratistas y que ponga fin a este insulto a la familia, a los amigos y a los antiguos compañeros de la joven Yolanda.
Urge una respuesta en todas y en cada una de las instituciones. Y urge atender con cuidadosa atención la demanda de quienes hoy portan la voz de la justicia en nombre de Yolanda: son los mismos que nunca han cejado en la defensa de un ideal ético y de justicia que se superpone con limpieza a otros muchos, y que se impone en una realidad en la que ya son definitivamente inaceptables más mentiras, más trampas o más miseria moral.
Rafa García-Rico – en Twitter @RafaGRico – Estrella Digital
Rafael García Rico